Que Carmen Castilla, la nueva líder de UGT en Andalucía, admira y tiene como referencia a Felipe González no solo lo dicen sus allegados, amigos, compañeros de sindicato y simpatizantes del PSOE. También, su perro, Felipe. Esta entrañable mascota peluda le debe su nombre al expresidente del Gobierno. En realidad, es el heredero de un título que esta sevillana de 45 años concede a sus perros, a los que adora.“Para la familia es Felipe II, porque el otro Felipe se murió y fue un disgusto”, cuenta por teléfono su hermana, Rafaela. Felipe es grande y de pelo blanco y gris y vive en Écija con María, la madre de esta familia de ocho hermanos- seis mujeres y dos varones -que ha vivido del campo y del esfuerzo, y que ahora ve como la pequeña Mari Carmen, la única que pudo estudiar, se siente «preparada y capacitada» para liderar la federación andaluza de UGT en el peor momento de su historia. “Pero mi hermana viene casi todos los fines de semana a Écija a ver a mamá y estar con su Felipe”.
Carmen es vista por sus hermanos Margarita, Manuel y Rafaela como “una niña resuelta y nerviosa”, “buena y muy educada”, “una chiquilla muy alegre, comprometida con todo el mundo, pero que no se casa con nada ni con nadie”.
“La imagen que tengo de ella de pequeña es encerrada en el cuarto estudiando con la radio puesta”, cuenta Manuel, que regenta un restaurante en Écija. O si no, memorizando los contenidos en voz alta, dice Margarita, que recuerda que ya “desde chica quería ser de todo”. Ya hablaba de “arreglar el mundo”, precisa Rafaela, pero lo que le entusiasmaba era la enfermería.“Jugaba a pinchar a los muñecos, les ponía vendas, y cuando íbamos al practicante siempre venía con nosotros. Le encantaba”, relata Rafaela.
Quería ser enfermera para curar a su padre
Desde muy pequeña convivió con la enfermedad, la de su padre, aquejado de bronquitis y que falleció cuando Carmen tenía solo 9 años. “De ver a mi padre malo, supongo que le empujó a querer ser enfermera”. ¿Y por qué no médico? “Piensa que el enfermo reporta más tranquilidad al paciente, porque está al pie de la cama y sigue su evolución”.
Muy estudiosa desde la EGB, todos los Reyes pedía libros y en su adolescencia se aficionó a Steven King. Alumna de sobresalientes, se divertía hablando al espejo; ya entonces advertía de que iba a arreglar cosas del mundo y tenía que ensayar. “Se liaba en el cuarto con los libros y de ahí no la sacabas”, señala Margarita, que añade que desde pequeña “ha sabido ir con la cabeza alta y valorar las cosas porque ha visto que cuesta mucho tenerlas”.
La maestra, a su madre: «Mari Carmen es estupenda. Que estudie siempre»
Carmen es única de los 8 hermanos que ha cursado estudios académicos, porque “antes los tiempos eran más difíciles”. Rafaela recuerda el día que Doña Teresa Castelo, la maestra, acudió a casa para decirle a su madre: “María, esta niña es estupenda. Tiene que estudiar; por favor, que lo haga”. Y María luchó con su pensión y la ayuda de los hermanos para que la pequeña de la familia se marchara a Sevilla y estudiara enfermería, la profesión que buscó desde niña. Tras acabar la antigua FP de segundo grado en rama sanitaria con matrícula de honor, a los 18 años le ofrecieron un trabajo como auxiliar de laboratorio en Écija. Pero su madre le dijo que su puerta se abría en Sevilla, y allí acabó la carrera como primera de su promoción.
Cofrade –desde niña sale cada Martes Santo en el paso del Cristo de los Estudiantes de la Hermandad de Santiago, enamorada de la lectura, de sus dos perros, Felipe, en Écija, y Maya en su piso de Sevilla, no se pierde un concierto de Manolo García y se detiene en las letras de Luz Casal. Procura cada 15 días pasar un fin de semana en casa, en la calle Empedrada de Écija, con su madre, y Felipe, reservando el sábado para ver ‘Se llama copla’ hasta las dos y media de la madrugada.
“Viene a menudo para ayudar a mi madre con las compras y estar con los hermanos, los sobrinos…”, cuenta Margarita. “Nunca ha sido de discotecas”, dice su hermano Manuel, que dice que la familia está “emocionada” por la nueva etapa de Carmen al frente de UGT-Andalucía. “Para nosotros que hemos vivido del campo, que algunos no hemos estudiado, es un orgullo. Si mi padre la viera… Espero que lo esté haciendo donde esté…”, suspira Margarita.
Su madre María temió al principio por el proyecto que iba a asumir la pequeña de la familia. “Mi madre ha estado asustada, pero sabe cómo es su hija, que tiene las cosas claras, es transparente y sabe que ahora le toca tirar la basura”, señala Rafaela, la hermana que mejor la conoce, con la que se lleva seis años.
Sus hermanos dicen que Carmen se parece más a su padre, en los ojos oscuros, en la curiosidad, la inquietud por hacer cosas. Carmen se ha marcado metas siempre: acabó enfermería, hizo Psicología, luego Derecho. Fue concejal cuatro años en Écija, recorriendo cada día los 90 kilómetros que separaban su pueblo de Sevilla (ida-vuelta), para trabajar en la oposición, convirtiéndose incluso en azote del PSOE, de donde surgieron sus inquietudes políticas, pero que abandonó temporalmente por discrepancias con la dirección local. “No estaba dispuesta a aceptar la imposición del candidato por parte del empresario Manuel Mora, cuestionado por temas de corrupción”, recuerda su primo Manuel Castilla.
En la casa de María se vivió “una escandalera” la tarde del 9 de enero de 2014, cuando se conoció oficialmente el nombramiento de Carmen al frente de UGT-Andalucía. “Nos acordamos mucho de papá”, dice Manuel. Los hermanos Castilla Álvarez tienen una celebración especial en unos días. Pero no se debe al nuevo cargo de Mari Carmen. La noticia es que alguien de la familia cumple 90 años.