La amnistía fiscal es una forma de ‘perdonar y olvidar’ a aquellas personas que no hayan pagado impuestos en los últimos años siempre y cuando en el momento de la amnistía los paguen. ¿Se les perdona todo y ya está?. No. El Gobierno plantea que tanto las empresas como los ciudadanos que tengan dinero ‘negro’ (es decir, no declarado), en España o en el extranjero, lo digan a Hacienda y éstos, a cambio, solo le cobrarán entre un 8% y un 10% (según el caso) de esos impuestos; a partir de ahí, todo ese dinero será legal y no habrá sanciones, ni intereses de demora, ni recargos ni nada.
En 2012, el Gobierno de Mariano Rajoy aprobó este plan tributario por el que penalizaba con un gravamen del 8% o 10% a quienes regularizaran el dinero que tenían en el extranjero u oculto en España, sin ningún otro tipo de castigo. El anuncio de este plan causó un gran revuelo entre la oposición, sin embargo, esta no era la primera vez que se ponía en marcha una medida como esta en España.
En 1984 y 1991 el Partido Socialista aprobó sendas amnistías fiscales. En 1984 el presidente del Gobierno era Felipe González y el ministro de Economía y Hacienda que impulsó esta medida fue Miguel Boyer. En aquel momento, se puso en marcha una amnistía a cambio de la inversión del dinero aflorado en pagarés del Tesoro, sin penalización fiscal y salvaguardando el anonimato de los suscriptores.
Siete años después (1991), el ministro de Economía Carlos Solchaga puso sobre la mesa una nueva amnistía para evasores mediante el canje de pagarés del Tesoro por un producto de deuda pública especial con un tipo de interés inferior al del mercado. La medida tan solo duró unos meses ya que en los Presupuestos Generales del Estado de 1992 se excluía la amnistía fiscal y las regularizaciones fiscales en el futuro. El Gobierno de González logró que aflorara dinero negro, aunque no se alcanzaron los objetivos de recaudación previstos y Solchaga optó por incluir en los Presupuestos de 1992 un aumento del IVA y el aviso de que no se volviera a conceder otro indulto tributario.
Zapatero también quiso su propia amnistía fiscal
En 2010, José Luis Rodríguez Zapatero propuso una amnistía fiscal que no llegó a aplicarse. En ese momento el Gobierno socialista pretendía repatriar el dinero evadido y aflorar el »negro» generado en España por la economía sumergida.
Con este plan, el Ejecutivo no sancionaría a los defraudadores que suscribieran deuda a un precio inferior al de mercado y así se lograría financiación del déficit público. El Gobierno quería recaudar hasta 50.000 millones de euros.
Hace unas semanas conocíamos que la justicia investigará un supuesto delito de prevaricación por parte de ex altos cargos de la Agencia Tributaria (AEAT), en relación con la »aministía fiscal» realizada en 2010, que instó a personas incluidas en la primera »Lista Falciani» con cuentas ocultas en el banco HSBC de Suiza a realizar declaraciones complementarias, en lugar de abrir una investigación contra ellas.
La AEAT optó por enviarles un requerimiento de cumplimiento de obligaciones formales para que en el plazo de 10 días hábiles presentasen declaraciones complementarias por el IRPF y, en su caso, por el Impuesto de Patrimonio, permitiendo de esta manera que sus posibles delitos fiscales no pudieran ser punibles.
La última amnistía fiscal fue la de 2012, la de Mariano Rajoy
Con el objetivo de recaudar 2.500 millones de euros. Así presentó el Gobierno de Mariano Rajoy un plan tributario que penaliza con un gravamen del 8% o 10% a quienes regularizaran el dinero que tenían en el extranjero u oculto en España, sin ningún otro tipo de castigo. Se pudo presentar una declaración confidencial.
Entonces, Montoro insistió en que se trataba de una medida «excepcional y extraordinaria» para afrontar la importante caída de la recaudación de los ingresos. «La idea me podrá gustar más o menos, pero tengo que hacerla porque en el país hay que ingresar sin subir los impuestos indirectos, que perjudicarían la economía. Son medidas difíciles para tiempos difíciles y si se consigue recaudar más, será positivo para todos», manifestó. Recaudó 1.200 millones de euros, la mitad de lo esperado.