Si Europa vivió su desarrollo turístico en los años cincuenta en España el boom se viviría una década más tarde, empezando en los últimos años de los cincuenta y viviendo su auténtico despegue en agosto de 1963, con la Ley de Competencias Turísticas recién creada y Fraga asentado en su cargo de ministro, al que llegaría un año antes. “Cuando Fraga toma el Ministerio el crecimiento se acelera, pero ya veníamos de unos años positivos. A finales de los cincuenta ya había vuelos charter a Canarias y Málaga, Benidorm comenzará el Festival de la Canción en 1959 y el Marbella Club se inaugura en 1954”, explica el profesor de Introducción al Turismo en la Escuela Universitaria de Turismo de Murcia, Enrique Hernández Armand.
En efecto en aquellos años que van de la década de los cincuenta a los sesenta, ciertos lugares como Mallorca o la Costa Brava empezaban a tomar presencia para los turoperadores europeos, que los ofrecían como emplazamientos con el mismo encanto que la costa francesa pero a precios mucho más baratos. Por entonces, aquellas localidades no contaban con alojamiento específico para turistas ni infraestructuras adecuadas. Para llegar a la costa catalana, por ejemplo, había que emplear el aeropuerto de Perpignan, a dos horas del litoral español.
Este movimiento turístico en torno a España como una prolongación natural de Francia, empezará a ser explotado de forma masiva y regulado a partir de la llegada de Fraga, que toma posesión de su cargo como ministro de Turismo en julio de 1962 y cuya mano empezará a notarse un año después, en el verano de 1963.
1963, el despegue
Fraga convertirá la Dirección General de Turismo en una Subsecretaría de Estado elevándola de rango, lo cual es toda una declaración de intenciones sobre la importancia que le concede al sector. Después crea el Instituto de Estudios Turísticos y en julio de 1963 aprueba la Ley de Competencias Turísticas, un marco jurídico que va a regular el sector en las décadas siguientes. “Es una ley un tanto discutible pero trajo muchos beneficios porque abrió España al turismo internacional y esto permitió la entrada de divisas que se pudieron reinvertir en otros sectores y sacar a España del estancamiento en el que estaba”, comenta Hernández Armand.
Bajo este soporte legal se empezará a intervenir en el sector turístico desde la iniciativa pública y la privada, regulará la profesiones turísticas incluidos los servicios de información y las agencias de viajes y orquestará la propaganda turística, con campañas tan sonadas como aquel ‘Spain is different’ que ha llegado hasta nuestros días. “En realidad aquel reclamo era de 1948. Nació como ‘Spain is beauteful and different’, pero Fraga intensificó su uso como reclamo en los sesenta, logrando bastante éxito en el extranjero. Otra de sus iniciativas de éxito fue la campaña ‘Conozca usted España’, dirigida a que los españoles consumieran en el interior, aunque en líneas generales nunca hemos sido un país muy viajero”, asegura el profesor de Introducción al Turismo.
Las décadas siguientes nos dejarían otros reclamos de éxito, como el ‘Everything under the sun’ (Todo bajo el sol), ‘Passion for live’ (Pasión por vivir) o ‘Bravo Spain’, aunque Spain is different siempre ha permanecido en el subconsciente colectivo, quizás por su fácil aplicación a otras situaciones. El propio Fraga reconocía años después que aquel fue un excelente eslogan que dio grandes rendimientos. “Creo que fue uno de los grandes aciertos publicitarios para traer el turismo internacional”, aseguraba Fraga, añadiendo que “pocos países tienen tantos motivos para sentirse diferentes: por su geografía, por su historia, por su manera de ser”.
Objetivo, que vengan más turistas
En 1963 se aprueban también los primeros Planes de Desarrollo, que dedicaron capítulos enteros al Turismo bajo una premisa de desarrollo ilimitado que tenía como objetivo primordial aumentar el número de turistas, algo que se consiguió al pasar, en sus cuatro años de vigencia (1963-1967), de 10 a 17 millones de visitantes, con un crecimiento del 16% anual.
Para no estrangular a la gallina de los huevos de oro, es decir, al turista europeo, hubo mucho intervencionismo en los precios, que estaban delimitados por la categoría del alojamiento. “Como además la peseta estaba devaluada, cada eran más las clases medias británicas o alemanas que podían permitirse el viaje a España, lo que hizo crecer mucho el número de visitas”, explica el profesor de la Universidad de Murcia.
Las categorías de los hoteles eran muy rigurosas, debido a una severa regulación que hoy nos permite gozar de la oferta hotelera de más calidad de Europa y una de las mejores del mundo. “Esta legislación rigurosa, centrada en el crecimiento nos ha permitido tener hoy una oferta hotelera muy amplia y de calidad, pero también llevó a cometer abusos y errores, como la sobre explotación de algunas zonas, con su consiguiente impacto medioambiental”, añade el profesor.
En líneas generales, se acepta que la década de los sesenta fue la del auténtico boom del sector turístico con un incremento de quince millones de visitantes, aunque si contabilizamos desde el año 1959 hasta 1973, el pico máximo de crecimiento del período, las cifras son aún mayores. En 1959 España tenía 4,2 millones de visitantes y unos ingresos turísticos de 158 millones de dólares mientras que en 1973 entraron en España 34,5 millones de turistas y el sector facturó más de 3.000 millones de dólares. En sólo una década España había pasado de ser una región intermedia a convertirse en el principal operador turístico de Europa.