España vive desfasada en sus horarios desde hace 70 años. Aunque al país le corresponde el huso horario del meridiano de Greenwich, y por tanto, debería retrasar una hora el reloj, la realidad es que hace siete décadas, Franco optó por adaptar los horarios al huso de Alemania en plena Guerra Mundial.
Tras finalizar el conflicto, todos los países volvieron a su huso correspondiente menos España, que con el paso de los años se acostumbró a estos horarios y con ellos, retrasó los horarios de comidas, cenas y otras actividades.
La Comisión Nacional para la Racionalización de los Horarios Españoles (ARHOE) lucha para recuperar el huso horario de Greenwich y dejar atrás el de Berlín. El presidente de este organismo, Ignacio Buqueras, destaca que «España debe abandonar la hora de Berlín. Estamos mucho más al oeste y se debería adoptar la de Londres, la que tienen Canarias, Portugal o Irlanda, entre otros».
Este miércoles se produjo en el Congreso de los Diputados la aprobación del informe de medidas elaborado por la subcomisión para el estudio de la racionalización de horarios, la conciliación de la vida personal, familiar y laboral y la corresponsabilidad. Y para finales de mes, la vuelta al horario inglés, portugués o canario, podría someterse a votación en el Congreso.
Buqueras cuenta que si volviéramos al huso inglés, las jornadas laborales «eternas» que existen en España se reducirían poco a poco, los horarios para el disfrute personal y familiar serían más amplios y flexibles y los tiempos de comidas se regularían a los del resto de Europa.
«Actualmente somos uno de los líderes europeos de más horas en el trabajo y al mismo tiempo en baja productividad, con lo que no nos podemos engañar. Aquellas empresas que están siguiendo las premisas que recomendamos han logrado tres cosas importantes: aumentar la productividad, disminuir los gastos y que la gente se sienta más satisfecha», explica el presidente de ARHOE.
Desde la Comisión Nacional luchan por que se imponga la regla de los tres ochos: «Ocho horas para trabajar, ocho para descansar y ocho para la vida personal y familiar. El español medio, por ejemplo, duerme 53 minutos menos que la media europea, lo que los especialistas médicos estiman preocupante porque puede afectar a la salud, a la productividad, a la siniestralidad laboral, al absentismo o al mismo estrés».
Un país del siglo XXI ha de tener muchos horarios. «Nosotros recomendamos uno que se iniciara entre las 7.30 y las 9 de la mañana, con flexibilidad tanto de entrada como de salida, y que finalizara a las 16.30 y, como máximo, a las 18 horas de la tarde. Con ello, tendríamos unas 7 u 8 horas de trabajo, disminuyendo el tiempo del almuerzo a unos 45-60 minutos y siendo muy importante también salir bien desayunado de casa para evitar lo que sucede en muchas empresas y organismos públicos, que los 20 o 30 minutos del desayuno se convierten en 45 o 60. ¿Qué ocurre en el resto de Europa?, pues que son más productivos, tienen menos gastos y pueden conciliar mejor la vida personal y laboral».
«Vivimos en un jet lag constante»
Los horarios desfasados no solo afectan al ritmo de nuestros días, sino que también afectan a la salud de las personas.
La profesora ordinaria del Departamento de Dirección de Personas en las Organizaciones y directora del Centro Internacional Trabajo y Familia del IESE Business School, Nuria Chinchilla, asegura que “vivimos en un jet lag constante y esto altera nuestro ritmo circadiano de hormonas iría col el sol. Si nos adaptásemos a los horarios que nos corresponden, sería muy bueno para nuestra salud”.
Chinchilla explica que ya «hay empresas que ya están aplicando estos horarios, y sobre todo, la gente que ha viajado fuera, se dan cuentan que es el horario natural, dedicar 8 horas al trabajo pero de una manera que no perdamos mucho más tiempo por las comidas largas y eternas que no se acaban nunca, y que podamos adelantar la vuelta a nuestro tiempo libre».
Esta experta también señala que con el adelanto de las comidas a los horarios europeos (alrededor de las 13 horas) y su reducción de dos horas a una, aumentaría la concentración, la productividad y la creatividad en los puestos de trabajo. Además, quedaría más tiempo para ir al cine, al teatro, a tomar un refresco con los amigos o dedicar a los hijos.
La falta de sueño también es muy importante eliminarla. Chinchilla cuenta que los efectos de dormir «un poco menos de la media produce cansancio tanto en niños como adultos, se rinde menos, aumenta el fracaso escolar y los problemas familiares, lo que también tendría efectos en la sanidad y en la educación».
Esta experta explica que los españoles vivimos más mirando al sol que a nuestros relojes, «cenamos a las 8 de la tarde hora solar, mientras que en nuestro reloj son las 9 de la noche. Este tipo de cosas hace que nos demos cuenta de que España es el único país que no está en su uso adecuado. Es un problema porque no somos coherentes, en lugar de seguir la hora de nuestro reloj, seguimos el horario solar”.