El municipio sevillano de Estepa producirá este año entre 17.000 y 18.000 toneladas de polvorones, mantecados y productos típicamente navideños facturando unos 40 millones de euros. Esta próspera economía – que se ve incrementada por las campañas de aceituna verde y aceituna negra – permite que Estepa tenga una tasa de paro del 17%, prácticamente la mitad de la media andaluza y que en temporada navideña se rebaje al 8%. El polvorón estepeño genera 2.500 puestos de trabajo directos y otros 2.500 indirectos, lo que para una población de 12.500 habitantes donde aproximadamente el 60% está en edad de trabajar implica que dos de cada tres estepeños vivan de la industria del polvorón y por tanto dependen en buena medida de las fechas navideñas.
Por regla general, la campaña del polvorón comienza en agosto y se prolonga hasta diciembre, aunque cada vez son más las empresas de la zona que tratan de eludir la temporalidad diversificando su producción y abriéndola a otros mercados. Además de los productos típicamente navideños – polvorones, mantecados, alfajores, roscos de vino, turrones, mazapanes – un 30% de las veinte empresas que conforman el Consejo Regulador ya fabrica durante el resto del año, sobre todo productos como los hojaldres, las pastas y el chocolate.
El tipo de contrato que se ofrece durante la campaña de Navidad es el de fijo discontinuo, de modo que la gran mayoría de estos trabajadores vuelve a ser contratado en la temporada siguiente, que dura en torno a seis meses pero que cuenta con jornadas que pueden prolongarse puntualmente a las doce o incluso catorce horas, lo que ofrece unas cuantiosas horas extras que en algunos casos sirve para que seis meses de trabajo puedan sustentar la economía familiar de todo un año, sobre todo cuando son varios los miembros de la unidad familiar que participan en las campañas.
La tradición del dulce de Estepa tiene más de un siglo de antigüedad aunque para localizar los primeros mantecados artesanales habría que remontarse al siglo XVI y al convento de Santa Clara, donde se sabe que había confiteros contratados para atender a la enorme demanda que llegaba de Madrid y de Sevilla. Durante siglos, la Estepa ha manejado recetas de repostería artesanal de tradición casi milenaria, aunque el inicio de la comercialización más o menos profesional debemos datarlo en 1870, cuando una confitera, Micaela Ruiz Téllez empezó a refinar el tratamiento de la harina logrando un producto de gran calidad que distribuía como ‘mantecado de Estepa’ gracias a que su marido era transportista.
A día de hoy son veinte las empresas que forman el Consejo Regulador del mantecado de Estepa, que si no tiene Denominación de Origen propia y debe conformarse con ser Indicación Geográfica Protegida (IGP) es porque el producto cuenta con un ingrediente esencial, la canela, que forzosamente debe ser exportado, en su mayoría de Ceylán. En cualquier caso, el 85% del dinero que sale de las ventas repercute en el pueblo ya que toda la industria auxiliar, desde transportistas hasta empaquetadores, es autóctona.