El último secuestro a una niña en Madrid ha despustado a los agentes del Servicio de Atención a la Familia (SAF), que llevan meses destinados con intensidad máxima a la «Operación Candy«, siguiendo la pista a un pederasta en la capital. Pero el modus operandi ejecutado el viernes, en el rapto de una pequeña de 7 años y origen dominicano en el barrio de Hortaleza, ha arrojado más dudas a los investigadores.
La pequeña se encontraba con sus abuelos en un parque, cuando estos la perdieron de vista. La familia notificó su desaparición en torno a las 18.00 horas de la tarde y unas dos horas después fue encontrada por un hombre en la zona de San Blas, que dio aviso a las autoridades. Tras ser localizada, la niña fue atendida por un equipo del Samur y trasladada al Hospital de La Paz, donde se le aplicó el protocolo de agresiones sexuales, habitual en estos casos. La niña había sufrido abusos.
El de Hortaleza es el tercer secuestro de los últimos cuatro meses. El pasado 17 de junio, una niña de seis años y origen chino fue secuestrada en la calle Luis Ruiz, del distrito de Ciudad Lineal, mientras jugaba en la calle, cerca del comercio que regentaban sus padres. La Policía la encontró cuatro horas después, en una calle del mismo barrio, y en estado de shock. La pequeña, que había sido drogada y luego bañada, tuvo que ser trasladada al hospital de La Paz, donde permaneció ingresada durante más de diez días.
El mismo agresor es el sospechoso de raptar en abril a una niña de 9 años en el mismo distrito, concretamente en el parque de San Juan Bautista, cuando iba a comprar gominolas. La víctima fue encontrada aturdida cinco horas después en una boca del Metro de Canillas y también necesitó atención en el hospital La Paz. El mismo día, el secuestrador habría intentado raptar a una niña de origen japonés en la calle Torrelaguna, aunque esta menor pudo huir.
Una intensa operación policial para localizar al sospechoso
Desde entonces, la policía ha desarrollado una intensa búsqueda para tratar de localizar a este pederasta, por el momento sin resultados. Este grupo trabaja en un «cuartel general» ubicado en una sala de la Jefatura Superior de Policía, apoyado por agentes de varias comisarías y de la Brigada de Policía Judicial.
No han parado de recabar y revisar testimonios, de ver grabaciones de cámaras de seguridad y de comprobar cientos de matrículas. Pero, por ahora, no hay una descripción verdaderamente fiable que permita elaborar un retrato robot del agresor. Los policías manejan apenas cuatro datos: alto, canoso, de complexión delgada y bien vestido.
No obstante, el secuestro del viernes ha despistado a los investigadores por la variación en su modus operandi y ha planteado, incluso, la posibilidad de que no se trate de la misma persona, sino de un imitador. Un nuevo secuestrador de niñas, que sigue la estela del primero.
Lo que más descuadra el puzzle de los agentes del Servicio de Atención a la Familia (SAF), destinados a la “Operación Candy”, como se ha denominado el caso”, es el menor margen de tiempo del secuestro-hora y media, frente a las cuatro y cinco de los dos anteriores. Fuentes policiales ven en ello un indicio de que sea quien sea, sabe lo que hace, y también que desde que los familiares alertan a la policía hasta que se pone en marcha la búsqueda pasa un tiempo determinado. Otra pista llama la atención: esta vez, la víctima no estaba tan sedada como en anteriores ocasiones y que tampoco había sido lavada, una de las señales más características de los secuestros anteriores.
Aunque sigue moviéndose en el círculo noroeste de la capital, el captor ha desplazado ligeramente su radio de acción, del distrito de Ciudad Lineal al de Hortaleza.Aunque la distancia es de apenas diez minutos en coche. También, que en esta ocasión, el secuestrador se haya arriesgado más a ser capturado.Si los dos raptos anteriores se habían producido en zonas poco transitadas y sin cámaras de vigilancia, esta vez, el secuestro ha tenido lugar en el parque de una urbanización privada. Una zona que cuenta con cámaras de videovigilancia y además, con dos guardias de seguridad.
La descripción que las niñas hacen de su secuestrador también arroja diferencias. Todas ellas hablan de un hombre alto y de mediana edad, pero el testimonio de las últimas difiere de los anteriores en que la pequeña ha afirmado ante la policía que éste tenía una complexión fuerte, mientras las otras sostienen que es un varón delgado. Es cierto también que las declaraciones han dado pocos detalles y que los agentes se ven en serias dificultades, debido a la edad de las víctimas, para diseñar un retrato de la persona que está detrás de los raptos.
Aunque también hay similitudes. Todas ellas hablan de un vehículo pequeño, aunque disiente en algunos detalles que encajarían con el modelo que la policía lleva rastreando desde hace meses, buscando uno a uno entre 78.000 vehículos. Además, en el último caso y en el primero, el secuestrador se dirigió a las víctimas por su nombre de pila, antes de llevárselas en el coche.