«Haré todo lo posible para que las concertinas de las vallas de Ceuta y Melilla sean retiradas» ha afirmado el ministro de Interior, Fernando Grande-Marlaska, en una entrevista en Onda Cero esta mañana. Todas las alarmas han saltado inmediatamente. “¿Sabe que esto es noticia?” ha repreguntado una de las periodistas presentes en la conversación. El titular de Interior ha cambiado la dirección de la política migratoria en España en palabras, de momento, señalando a la valla de Ceuta y Melilla. Una frontera que más de 6.000 cruzaron en 2017 según el Balance Migratorio de la Frontera Sur ofrecido por la Asociación Pro Derechos Humanos.
Fernando Grande-Marlaska ha anunciado que es “una de sus principales voluntades” retirar las concertinas de la valla, algo que se ha recibido con algo de escepticismo desde las ONG. “Si esto se confirma, sería un paso muy positivo” afirma Rafael Lara, portavoz de la Asociación Pro Derechos Humanos, “lo que no sabemos es el condicional de la frase”.
Lara se refiere a la letra pequeña de las palabras de Grande-Marlaska que en su respuesta ha añadido que buscará que “haya un informe complementario para que se puedan tomar otras medidas”, ya que el ministro considera que “no se pueden llegar a esos niveles”. Las concertinas son cuchillas, acopladas en la valla de Ceuta y Melilla, que cortan el cuerpo a las personas que intentan saltar.
“No sabemos qué quiere decir con que hará todo lo posible. ¿Qué inconvenientes ve?” se pregunta Lara en una conversación con este diario, “¿hay inconvenientes para que se haga de manera inmediata?”. Desde Pro Derechos Humanos consideran que no debería haber dudas, “la orden de retirada se puede hacer ya. No hay que cambiar la ley, no hace falta buscar el consenso del Parlamento. Es una decisión puramente administrativa” concluye.
Aun así, desde las organizaciones humanitarias que trabajan en la zona ven con recelo estas palabras, ya que creen que son “gestos” (que deben ser lo primero) para después enfrentar una nueva política migratoria mucho más profunda. “Estos pasos, como el de Aquarius, son gestos hermosos pero deben ser el paso previo” dice Lara que propone otras acciones para empezar a cambiar las cosas, como la retirada del recurso ante el Tribunal de Derechos Humanos sobre las devoluciones en caliente.
En el año 2017, el TDDHH de Estrasburgo condenó a España por practicar devoluciones en caliente en su frontera sur. Según entran los migrantes, la Guardia Civil los expulsa, algo prohibido en la legislación internacional. El Gobierno de Rajoy, tras la condena, recurrió. Este nuevo Ejecutivo podría retirarlo. Para la Comisión Española de Ayuda al Refugiado (CEAR) este sería “el gesto definitivo”, según su secretaria general, Estrella Galán. Además, ellos apuntan también a la necesidad de eliminar la “legalización” de las devoluciones en caliente, que se permitían gracias a la Ley de Seguridad Ciudadana.
Una “migración ordenada”
El ministro de Interior ha señalado en la conversación radiofónica que la migración se puede hacer de una forma ordenada. «Si estamos hablando de solidaridad, de respeto a la dignidad de las personas, controlando los flujos migratorios, porque lo uno no quita lo otro; ayudando en origen, colaborando con las autoridades de esos países y si después de todo, hemos fallado porque no hemos podido conseguirlo y esas personas ya están al lado de la valla, pues creo que es algo razonable», ha argumentado.
“Estamos todos de acuerdo con que sea una migración ordenada” ha afirmado el portavoz de la ONG, “pero llevamos 25 años con políticas que no favorecen esa migración. Se intenta impedir que lleguen”. De forma que este nuevo objetivo marcado por Grande-Marlaska debe llegar desde el planteamiento de “políticas migratorias diferentes”.
El porqué de repensar esta política, Lara lo resume en dos claves: “por un lado porque se ha comprado el discurso de la extrema derecha. Por eso luego ganan en algunos países, la gente vota al original” dice en referencia al Gobierno italiano. En segundo lugar, por la cuestión económica, “la frontera es un negocio. Hay empresas que ganan miles de millones de euros con esta política de seguridad. Es un lobby muy fuerte”.
Las concertinas
Las concertinas son unos alambres que incluyen unas cuchillas, que cortan a todo aquel que intenta saltar. Fueron instaladas por el Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero, aunque dos años después, el mismo Ejecutivo decidió retirarlas en una zona de Melilla por las heridas que causaban.
En 2013 el Gobierno de Mariano Rajoy cambió de rumbo. El Ejecutivo del PP decidió colocar más concertinas en las vallas fronterizas, que no sólo coronarían el perímetro sino que podrían encontrarse también a pie de alambrada y en el intervallado.
Esta decisión fue criticada no solo por toda la oposición sino que también las ONG, que denunciaron los efectos que producían. Pedro Sánchez, en su candidatura a la Moncloa, anunció que las retiraría al completo cuando llegase a la Moncloa. Ahora, el ministro de Interior, Fernando Grande-Marlaska, ha dado un paso, de momento, en palabras.
“Las concertinas no disuaden, solo crean daño” explica Rafael Lara, “la gente que está desesperada no deja de subir porque haya concertinas. Ahora lo que cuesta es atravesar la zona en la que están las fuerzas marroquíes”. A pesar de esto, las palabras del ministro cambian la tendencia, “sería muy positivo que se quitaran, pero veremos a ver en qué queda” sentencia Lara.