El lujo y despilfarro del que hacía gala sin pudor Miguel Blesa en sus años al frente de una entidad que se iba a la quiebra es uno de los capítulos más llamativos del libro de Javier Villacañas y Luis Suárez. Hoy sabemos que, con su tarjeta “Black”, Blesa gastó 9.000 euros en un sólo día en el Hotel Ritz de Madrid. Es sólo una muestra de la vida de exceso del que fuera presidente de la mayor caja de los madrileños, documentada a través de conversaciones y correos electrónicos.
«Querido tío Micky, lo siento, no me he podido resistir a mandarte esta foto. Estarás conmigo en que el coche es espectacular», le decía su sobrino después de retratarse saludando dentro de su vehículo. «¿Qué tal su Ferrari?», le preguntaban al volver de pasar un fin de semana fuera de Madrid. «Fantástico, pero no está hecho para 120. He venido prudente, salvo ocasiones. He llegado a 240», contestaba Blesa», escriben los autores.
Cacerías
“De todas las cacerías en las que participó Miguel Blesa a lo largo de su vida, una ha recobrado con el paso del tiempo todo su simbolismo. Tuvo lugar el 8 de septiembre de 2009 en Rumanía y se llevó por delante a un ejemplar de oso pardo común de unos 400 kilos de peso. El abatimiento se realizó en plena cordillera de los Cárpatos. Las tarifas que se pagaban entonces por cada pieza de oso rumano oscilaban entre los 15.000 y los 23.000 euros. Rumanía sigue sin dar más de 300 licencias al año. Es un negocio vedado, reservado para los más ricos de los ricos europeos. Miguel Blesa era uno de ellos”.
“Como cualquier tirador que se precie, Blesa requería de un magnífico rifle de precisión, además de un excelente visor de mira telescópica. Y se hizo con ellos.El año 2008 Blesa cogió su fusil: un Blaser R93 de alta gama (unos 6.000 euros de precio), acompañado de un visor Zeiss 6-12 x 72 (otros 2.500 euros), junto a las monturas que fijaban el visor al cañón (400 euros cada una). Así pertrechado, con ese escudo mortífero de unos 10.000 euros, gentileza de una empresa de la que había sido consejero antes de aterrizar en Caja Madrid, emprendía Blesa sus safaris de evasión”.
Ferraris y coches de alta gama
“Tal debía de ser su afición por la velocidad que su actual mujer le propuso comprar, en agosto de 2009, un simulador de carreras de Fórmula 1. «Amorcito, mira qué pasada», le decía Gema Gámez Pérez, quien adjuntaba además una imagen del simulador. «¿De dónde has sacado esto? ¿Lo venden?», contestaba impetuoso Miguel Blesa”
“Blesa adquirió un Ferrari de segunda mano y por él declaró tan solo 30.000 euros a efectos del pago del Impuesto de Transmisiones Patrimoniales: «Para hacer el cambio de titularidad mañana, hoy deberíamos liquidar el impuesto de transmisiones patrimoniales. Por eso no solo tenemos que firmar el contrato de compraventa sino indicar la (sic) el valor del vehículo, para sobre eso pagar un 4 por ciento. ¿Cuánto quiere que pongamos?», le preguntó su secretaria. «30.000 euros», respondió escuetamente Blesa”.
“En torno a los 1.200 euros pagó de impuestos el expresidente de Caja Madrid por su Ferrari, más o menos lo mismo que le costaba un kilo de caviar Beluga Royal 000 en 2002”.
“En julio de 2009, cuando le quedaban apenas unos meses para abandonar la caja ya quebrada y entregarla de esta manera a su sucesor, explicaba a una amiga cómo iba a pasar sus vacaciones: «Yo estoy deseando que acabe mi curso escolar; tengo un verano movidito, no me voy a aburrir. La última semana de julio navegando en Turquía, la primera de agosto cuidando el negocio, y luego me retiraré entre la Costa Azul, también con barco, Sotogrande y más Madrid, y acabaré con mi hija y el aspirante en Miami. Lo dicho, variado y movido».
Apartamentos en Nueva York
El intercambio de correos electrónicos entre Miguel Blesa y Alejandro Agag, exyerno de Aznar, es otro de los momentos más llamativos:
“Cuando en abril de 2008 estaba en plena negociación para la compra de unos apartamentos en Nueva York con Alejandro Agag, yerno del expresidente del Gobierno José María Aznar, le informa de cómo va a pasar las próximas semanas, a lo grande: París, Estambul, Hungría, la Fórmula 1: «Como verás, el responsable de ventas [le adjunta una información sobre una promoción inmobiliaria en Nueva York] no se da por vencido y hace gala de su capacidad de persuasión. Te lo envío por si entre partido de fútbol, carrera de GP o de F1 reconsideras el proyecto; yo me uniré a lo que hagas y puede que Carlos Vela también, pero si no os decidís creo que buscaré algo en París”
“No nos veremos en Estambul, me coincide con caza de corzos en Hungría, una opción irresistible; sí nos veremos en otra carrera. Un abrazo, Miguel».
“Los tres amigos, Alejandro Agag, Carlos Vela y Miguel Blesa, estaban dispuestos a comprar un apartamento cada uno en el mismo edificio que Robert de Niro o Al Pacino”.
“Apartamentos de 139 metros cuadrados, valorados en torno a los 2 millones de dólares. Miguel Blesa llegó a hacer el depósito de reserva correspondiente. El edificio se situaba cerca de la calle 57, con vistas a Central Park y al Carnegie Hall, probablemente uno de los más exclusivos de Nueva York, con terraza, piscina, gimnasio con spa y su propio bar. A pesar de la insistencia de la comercial de la inmobiliaria, Blesa no consiguió convencer a Agag, por lo que la operación se deshizo”.
“Su amigo Carlos Vela le ofreció entonces comprar un apartamento que Martinsa Fadesa estaba construyendo en París. ¿Nueva York o París? Daba igual. Blesa tenía dinero y quería un «pisito».
Vinos selectos
«Presidente», le informa en una comunicación, en abril de 2007, Ildefonso José Sánchez Barcoj, exdirector financiero de Caja Madrid, «tal y como hablamos, hemos hecho una pequeña bodega para acompañar convenientemente las “excelencias” de nuestra cocina [le adjunta en el escrito dos cartas]”
Blesa disponía de una carta especial para su propio uso y disfrute y de una segunda a disposición de los miembros del comité de dirección. “La diferencia es que en la tuya hemos incluido algunas exquisiteces (no todo va a ser ratio de eficiencia), tipo Vega Sicilia, Valbuena, ya habituales y Chateau D’Yquem”, dice la nota.
“A Blesa le gustaba el lujo y decidía sobre la carta de vinos, para su uso exclusivo, en la planta noble de la torre KIO”
Un avión privado
“Probablemente uno de los secretos mejor guardados de la etapa de Miguel Blesa al frente de Caja Madrid es la existencia de un avión al servicio de la presidencia”.
“La compra del City National Bank de Florida no vino sola, trajo consigo la adquisición de cinco sociedades que venían adosadas a la anterior: City National Bancshares, propietaria de City National Corporation, City National Bank de Florida, City National Insurance Agency y, sorpresa, una compañía de aviación, la CNB Aviation LLC.La única finalidad de CNB Aviation era la tenencia y mantenimiento de un avión comercial para vuelos privados.”
La licencia del avión 582DT se otorgó el 20 de abril de 2007 y estuvo en vigor hasta el 23 de junio de 2011 en que se canceló.
Un chalé en la urbanización madrileña de La Florida
“En diciembre de 2009, poco antes de ser cesado, Blesa quiso dar un nuevo sentido a su vida e inició la búsqueda de una casa para vivir con su novia Gema, con quien se casó al poco tiempo de salir de prisión por segunda vez”.
“Se trataba de una residencia en una urbanización cerrada, dotada de seguridad y formada por varias viviendas unifamiliares. Con una parcela de 878 metros cuadrados y construidos 699, constaba de garaje, dormitorio y gimnasio en planta sótano, recibidor, cocina, despacho, comedor y salón en planta baja, y cuatro dormitorios con sus propios aseos en planta primera”.
Fue tasada un año antes en 2,8 millones de euros. Finalmente hicieron una oferta por 2 millones de euros, que Espírito Santo rechazó, ya que su primer precio era 2,5. Luego bajaron a 2,2 millones, cerrándose poco después la compraventa en 2,15 millones.
Por fin eran propietarios de una magnífica mansión en uno de los principales barrios del noroeste de Madrid, La Florida.
Los cuadros de Gerardo Rueda
“Era costumbre de Aznar el pedir habitualmente favores a Miguel Blesa, como ocurrió con la colección de obras de arte de su amigo Gerardo Rueda, que intentó colocar a la caja por 54 millones de euros”.
“Una vez más la firmeza de Spottorno consiguió que la operación no se llevara a cabo, ya que la colección valía escasamente 3 millones de euros. El propio Spottorno le decía a Blesa: «He leído, no sin estupor, las valoraciones que hacían potenciales compradores de la colección. El precio es disparatado».
La idea de Aznar era constituir un museo financiado por la caja, con una inversión total de entre 113 y 169 millones de euros, que incluía no solo la compra de la colección, sino la adecuación de un edificio en el Paseo del Prado de Madrid, cerca de donde está el Caixa Forum, cuya restauración se cifraba entre 69 y 115 millones.
El polémico obelisco
“Quizás sea una de las decisiones que mejor demuestran la pérdida de juicio de Miguel Blesa, mostrando su megalomanía, cuando encargó al controvertido arquitecto valenciano Santiago Calatrava una obra para situarla en la Plaza de Castilla, frente a la torre de Caja Madrid”.
El presupuesto de la obra ascendió a 12,9 millones de euros, de los que 9,5 corrieron a cuenta de la Fundación Caja Madrid y el resto de los fondos que, con cargo a Caja Madrid, se cedían al ayuntamiento para infraestructuras.
“El sueño de Blesa fue situar el obelisco junto al monumento a Calvo Sotelo. Para los ciudadanos será un recuerdo de la nefasta gestión de Blesa”.