Mario Manuel Leal Baquero era un joven padre de familia avilesino, asesinado a tiros por ETA en Mondragón (Gipuzkoa) el viernes 6 de diciembre de 1985, por el simple hecho de ser guardia civil. En su asesinato participó Iosu Uribetxeberria Bolinaga.
El asesinato tuvo lugar a la una y cuarto de la madrugada, cuando Mario Leal se encontraba en el interior de su coche, vestido de paisano, en el aparcamiento de la vieja estación de Renfe, junto al ambulatorio de Mondragón. De repente, tres miembros del comando Txantxagorri de ETA se acercaron al coche y acribillaron a Mario a muy corta distancia con armas automáticas. Mario Leal Baquero acabó recibiendo media docena de impactos de bala y falleció en el acto.
Cuando fue asesinado Mario Leal estaba casado y tenía una hija, Beatriz, que tenía cinco años. En Ayuntamiento de Avilés, ciudad natal del guardia civil le dedicó una calle en su memoria. En marzo de 2000 la Audiencia Nacional condenó como autores del asesinato a José Miguel Gaztelu Ochandorena, José Luis Erostegui Bidaguren y Jesús María Uribetxeberria Bolinaga a sendas penas de 33 años de cárcel. Era el mismo comando que mantuvo secuestrado a José Antonio Ortega Lara durante 532 días.
Beatriz Leal Lagares tenía pocos años cuando ETA asesinó a su padre. Hoy trabaja como funcionaria, pero en unas declaraciones realizadas en el diario El Mundo dejaba clara la profunda herida que le habái causado la muerte de su padre a manos de los terroristas: «Hasta hoy, ETA ha estado presente en mi vida. En cada atentado, cada bomba, cada asesinato, cada noticia, vuelvo a recordar a mi padre. Su recuerdo va unido al día de su muerte. Desde pequeña sé que lo asesinaron y que fueron unos terroristas».
Beatriz Leal es uno de los cuatro huérfanos que dejó el etarra Bolinaga, fallecido este viernes. Cuando le concedieron el tercer grado a Bolinaga en 2012, tras una huelga de hambre apoyada por buena parte de los presos de la banda terrorista, lejos de amilanarse, Beatriz alabó a su padre: «Era un hombre honrado, trabajador y solidario. Eso es lo que me llena de orgullo. Sus asesinos, todo lo contrario».»