Galicia, Castilla y León y Asturias son las comunidades autónomas más vulnerables, en términos relativos, ante los incendios forestales. En España se contabilizan anualmente unos 16.500 fuegos, que queman unas miles y miles hectáreas, destrozando bosques y montes a su antojo.
La mitad de los incendios que vive España cada año se dan en Galicia.
WWF España advierte que aunque se han reducido el número de incendios al año, ha aumentado el número de hectáreas que calcina. Es decir, hay menos fuegos, pero arrasan mucho más. Diana Colomina, técnica de la organización ecologista, explica que el norte es muy susceptible a los incendios por los agricultores y ganaderos.
“Están acostumbrados a utilizar el fuego como herramienta para regenerar los pastos y crean infinidad de incendios”, cuenta Colomina. Hasta el 28 de febrero, España ha contabilizado un total de 811 incendios y conatos que han arrasado casi 3.500 hectáreas de monte y bosque.
El último gran incendio ha sido controlado hace unas horas en Girona, que se desató este domingo tras la quema de unos rastrojos cuyas llamas se apagaron mal, y el calor y el viento se aliaron para reavivarlo.
Los responsables de la organización ecologista hacen un llamamiento a la población para que en ningún caso se lleven cerillas ni mecheros cuando se vaya al monte. Los incendios en España «tienen nombre y apellidos», han señalado. Las zonas más afectadas suelen coincidir con las más despobladas y no da tiempo a reaccionar lo suficientemente rápido como para parar al fuego antes de que se extienda demasiado.
El abandono agrario, culpable de muchos incendios
El cese de las actividades forestales y el abandono agrario han contribuido a una intensa modificación del paisaje y a que la superficie forestal presente una elevada continuidad horizontal y vertical, marcada por una excesiva densificación de pies que incrementa la probabilidad de sufrif incendios de copas de alta intensidad.
Así, el 60% de los Grandes Incendios Forestales suceden en unidades en las que la vegetación ha sido fuertemente alterada, donde la especie dominante ha sido introducida o potenciada, formando masas más o menos monoespecíficas.
Por otro lado, los modelos climáticos predicen un aumento de la temperatura media globas de 4 a 6 grados a finales de siglo, lo que favorecería el riesgo de incendios.