Cerrar las centrales nucleares y las térmicas de carbón en 2025 y sustituir esas energías por las renovables es técnicamente viable en España incluso en el peor escenario de sequía extrema y poco viento.
Así lo asegura Greenpeace en su informe ‘Único sentido: 2025 sin carbón ni energía nuclear’, presentado este martes en una rueda de prensa en Madrid y que recoge las conclusiones de un estudio realizado para esta ONG ecologista por el Instituto de Investigación Tecnológica de la Escuela Técnica Superior de Ingeniería de la Universidad de Comillas de Madrid.
“Este estudio demuestra que el cierre simultáneo del carbón y las nucleares no es un problema técnico ni tampoco económico, es sólo una decisión política. En las peores condiciones posibles, la seguridad de suministro está garantizada, y en todos los casos la alta penetración de renovables y el ahorro energético disminuyen los costes”, declaró Raquel Montón, responsable de la campaña de Energía de Greenpeace.
El análisis incluye tres posibles escenarios del crecimiento de la demanda eléctrica para 2025: crecimiento bajo (0,2% anual), medio (1% anual) y alto (2% anual). Sobre estas variables se han extraído las previsiones de generación eléctrica considerando la extensión o no de la vida útil de las centrales nucleares y la posibilidad o no de que las de carbón se adapten a la normativa medioambiental. Para la generación renovable se han diseñado tres escenarios de inversión que cumplen con los objetivos legalmente previstos de energías renovables para el sistema eléctrico.
Esta combinación de variables produce hasta 27 escenarios distintos para 2025 con diferentes consecuencias, en emisiones y en impacto económico. Todo ello con parámetros de seguridad y teniendo en cuenta los casos más desfavorables de producción hidroeléctrica (por sequía extrema) o eólica (por poco viento).
La conclusión fundamental es que es técnicamente viable sustituir la potencia nuclear y de carbón en 2025 tanto desde el punto de vista de la cobertura de la demanda como el de la estabilidad de frecuencia.
DOS PARTES
La primera parte del estudio analiza la viabilidad del sistema de generación eléctrico sin ninguna inversión adicional en centrales convencionales y utilizando distintos instrumentos de flexibilidad, como el efecto de la carga inteligente de los vehículos eléctricos o de la gestión de la demanda. Ambos instrumentos por sí solos en determinadas condiciones podrían conseguir que el sistema fuera viable en esas condiciones de estrés.
La segunda parte introduce inversiones adicionales sin las medidas de flexibilidad anteriores y concluye que la diferencia entre el coste total de un escenario sin carbón ni nuclear (con un crecimiento de la demanda eléctrica contenido y alto porcentaje de renovables) frente a uno con nucleares y carbón (con crecimiento de la demanda elevado y el mínimo porcentaje de renovables para el cumplimiento de las directivas europeas) es del 1,8%.
Además, la retirada del carbón supone un ahorro de emisiones de CO2 para el sistema y su coste disminuye en los escenarios de baja demanda y alta penetración de renovables.
El cierre ordenado de las centrales nucleares en 2025 supondría un aumento de coste del sistema de entre 800 y 1.200 millones de euros al año, esto es, entre un 6 y un 20% del coste total del sistema de generación.
Y cuando se consideran valores medios para la producción hidráulica y eólica, los costes absolutos de operación y las emisiones se reducen, y aumenta el porcentaje de energías renovables, a igualdad del resto de circunstancias, entre un 5 y un 8% según los escenarios.
“La diferencia del coste entre un escenario en 2025 sin carbón y sin nuclear con un crecimiento de la demanda eléctrica baja y un nivel alto de renovables respecto a un escenario que mantuviera estas energías contaminantes sería de 1.181 millones de euros. Sólo la mala gestión de »Castor» ha costado a los usuarios 1.755 millones, sin contar los intereses”, apunta el informe.
Greenpeace señala que el impuesto sobre el valor de producción de la energía eléctrica asciende a 1.497 millones de euros, que pagan las empresas directamente y es un 7% de su producción eléctrica, por lo que el sobrecoste de eliminar el carbón y las nucleares supone un 5,5% de los ingresos directos de producción eléctrica de las compañías de un año.
“Si se compara este mismo escenario con uno que manteniendo las nucleares y el carbón, además el crecimiento de la demanda fuera elevado y el porcentaje de renovables bajo, el sobrecoste sería de sólo 186 millones de euros, o sea, un 1,8% del coste total. Es decir el coste que tendrán que afrontar las eléctricas es prácticamente el mismo tanto en un modelo sin carbón ni nuclear, muchas renovables y una demanda contenida, que un modelo derrochador, con menos renovables y con energías sucias”, añade el informe.
“Con este estudio, Greenpeace demuestra que se termina el falso dilema entre carbón o nuclear: ambos pueden desaparecer simultáneamente y la futura ley de cambio climático tiene que establecer el fin de ambos en 2025. Éste es el primer paso imprescindible para encaminar el país hacia un sistema 100% renovable, eficiente e inteligente”, concluyó Montón.