Cataluña puede ser un estado independiente viable desde el punto de vista económico, siempre que se decidiera de golpe, sin una transición larga y tensa, y se garantizara que forma parte de la Unión Europea y de la zona euro. Pero aunque se diera este hipotético contexto, los catalanes vivirían peor. Así lo consideran expertos en economía consultados por esta redacción.
Ferrán Brunet, profesor de economía europea de la Universidad Autónoma de Barcelona, explica que el hipotético estado catalán sacaría como beneficio la soberanía fiscal, ya que el país tendría una hacienda propia y destinaría sus ingresos a cubrir sus gastos, sin tener que aportar a España. Precisamente, su contribución en el sistema tributario español es un argumento recurrente en las reivindicaciones secesionistas. La Comunidad de Madrid y Cataluña son las dos regiones que más recaudan en tributos, pero no están en los primeros puestos a la hora de recibir recursos. Según la Generalitat, este desajuste entre lo que aporta y lo que reciben del Estado les causa un déficit de 16.500 millones de euros al año.
En Cataluña se percibiría, por tanto, una mejora fiscal, dice Brunet. Pero advierte de que esto tendría un coste, ya que se haría cargo de servicios que cubre ahora el Estado, como defensa, la diplomacia o parte de la seguridad.
Le saldría más caro financiarse
En el caso de la financiación, se agravarían los problemas. Hay que tener en cuenta que el Gobierno catalán ha pedido al fondo de liquidez 5.000 millones de euros para financiarse, ya que los mercados tienen cerrado el grifo del préstamo. “Cataluña tendría que medirse con otros países para colocar su deuda, que se financia ahora más cara, al 12%”. En cambio, la rentabilidad del bono español a diez años se sitúa ahora en el 5,6%.
Ferrán Brunet añade que Cataluña podría perder capacidad para diversificarse. “Si el resto de España funciona, a la economía catalana le van mejor las cosas. Estando fuera la capacidad de especializarse es peor, ya que que intentará siempre ser un país completo. Hay pequeños países de éxito, como Suiza o Singapur, pero son casos puntuales”. El profesor argumenta que lo mismo ocurriría si la City de Londres quisiera ser independiente: “sería viable, pero menos potente sin forma parte del Reino Unido”.
El experto asegura que Cataluña es una región más industrializada que la media europea –y española- aunque ha perdido competitividad; con un sector turístico fuerte; una economía que ha desarrollado un sector financiero, lejos de la City de Londres, pero que no ha completado la transición hacia el mercado del conocimiento.
En cuanto al mapa energético, Cataluña sería dependiente del exterior como España y los países europeos, aunque tiene bastantes fuentes hidráulicas.
Ricardo Perpiñán, portavoz de Asefiget, Asociación Española de Asesores Fiscales y Gestores Tributarios, también piensa que una Cataluña independiente puede percibirse con ventaja desde la óptica de la fiscalidad, ya que es una de las autonomías que ahora más aporta al Estado, y con la soberanía dejaría de contribuir en España. Pero duda de que pueda ser autosuficiente por los problemas para financiarse. “Con un sistema tributario propio, se reparte sus ingresos, pero habrá que ver qué pasaría cuando tenga déficit y no esté el Estado español”. Perpiñán hace este análisis teniendo en cuenta que Cataluña fuera un país más de la UE, con las mismas relaciones comerciales y la moneda única.
Si pide la independencia, le espera una transición larga
Pero los expertos recuerdan que el escenario que se abriría si Cataluña proclama su independencia es el de una transición larga, con consecuencias nefastas para la economía, ya que a priori, no podría ingresar en la UE por ser parte de un estado integrante en la unión. El estado catalán tendría que redefinir su sistema tributario, crear un modelo monetario propio con el riesgo de devaluación y renegociar en Europa las reglas comerciales. Son algunas de las “perturbaciones” económicas y financieras que enumera el economista José Ramón Espínola.
¿Qué perdería Cataluña con su independencia? Mucho, a juicio de Espínola; competitividad de sus empresas, diez años hasta normalizar el modelo de estado en Europa, la asistencia financiera del Gobierno español ¿Y España a que renunciaría? Como mínimo, al 18% de su economía.