«Una de las cuestiones analizadas en el estudio, realizado a lo largo de dos meses, es la evolución de los anticuerpos, que era uno de los objetivos. Se ha observado una tasa global de seroconversión (personas que no tenían anticuerpos en la primera oleada y que los han desarrollado a lo largo del estudio al tener contacto con el virus) del 0,9% entre la ronda 1 y la ronda 2, un porcentaje algo menor (0,7%) entre la ronda 2 y la ronda 3. Estas cifras reflejan la baja aparición de nuevas infecciones tras el confinamiento» , explican.
Por otra parte, también se ha observado seronegativización, es decir, ausencia de anticuerpos IgG detectables en personas que los tenían previamente, siendo globalmente de un 7,1% entre la ronda 1 y la ronda 2, y de aproximadamente un 14% al analizar todo el periodo del estudio, aunque este último dato requiere confirmación. La «pérdida» de los anticuerpos fue más frecuente en personas que no habían tenido ningún síntoma (11,0% entre las rondas 1 y 2, con información más precisa) y mucho menos frecuente en los participantes con una PCR positiva (0,5%) y en aquellos que describieron pérdida súbita del olfato o del gusto (2,6%).
Además, desde Moncloa aseguran que, el mapa de participantes con síntomas COVID-19 (personas con tres o más síntomas o con pérdida súbita del olfato) en las dos últimas semanas del estudio da una idea de la evolución más reciente de la epidemia. Mientras el porcentaje de sintomáticos ha disminuido sustancialmente entre la primera y la segunda ronda, se ha observado un leve incremento en la última ronda, lo cual podría ser fruto de la mayor movilidad de la población tras el periodo de confinamiento. Es posible que un porcentaje de estos pacientes puedan ser casos de COVID 19 en fase precoz de la enfermedad. El seguimiento de los participantes podrá permitir responder a estas cuestiones.
Los autores del artículo de »The Lancet» consideran que los resultados obtenidos en España, un país con una onda epidémica intensa en el que las cifras de seroprevalencia son bajas, reflejan la dificultad de obtener una inmunidad de rebaño a corto plazo. En este sentido, el comentario que acompaña al artículo de «The Lancet» a cargo de investigadores de centros de referencia en Ginebra (Drs Isabella Eckerle & Dr. Benjamin Meyer) señala que «sería poco ético someter a la población y al sistema sanitario a una mayor presión para conseguir esta inmunidad de grupo», concluyen.