Este lunes arrancó el juicio por la agresión a dos guardias civiles y sus parejas en Alsasua (Navarra). El altercado calificado como “terrorismo” por unos y “pelea de bar” por otros ha suscitado la atención pública que a lo largo de la semana ha podido conocer las declaraciones de agresores (lunes), víctimas (martes) y policías y testigos (miércoles). ¿Sabes qué ha contado cada uno?
Los guardias civiles: temieron por sus vidas
El teniente y el sargento de la Guardia Civil agredidos junto a sus parejas en 2016 en un bar de Alsasua declararon este martes en el juicio que temieron por sus vidas y el primero ha añadido que sufrieron un «calvario terrible» con «golpes y patadas por todos los lados».
Nadie intentó ayudarles mientras eran agredidos en el bar Koxka ni persona alguna intentó calmar la situación, describió el teniente, quien se ha mostrado convencido de que todo el mundo en el establecimiento sabía que era guardia civil y que también conocían a su novia. «No había nadie que me echara un cable o que intentara calmar la situación», ha resumido.
Cuando comenzó «el jaleo» tras increparles Jokin Unamuno, según ha relatado, notó que le golpeaban en la cabeza, la espalda y las piernas y es cuando los agentes y sus parejas decidieron irse del bar por una especie de pasillo que formaron los agresores en el que siguieron «recibiendo golpes». Ha añadido que incluso al caer al suelo siguieron golpeándole en la cabeza y otras partes del cuerpo y su pareja se echó encima de él para protegerle.
Por su parte, el sargento ha afirmado: «Estoy acostumbrado a situaciones violentas, de estrés, por mi trabajo, pero esa situación nunca la he vivido. Temí por mi vida porque estábamos en inferioridad y esa sensación de odio y de rencor que tenían por ser guardia civil no la he sentido nunca».
El sargento, que llevaba destinado en Alsasua solo 20 días y tenía 33 años, ha recordado cómo también golpearon al teniente hasta hacerle caer, a la pareja de éste cuando intentó hacer «de escudo» y a su propia novia cuando se interpuso entre los agresores y él.
Ha coincidido con el teniente en que todo empezó cuando Jokin Unamuno, les increpó de forma agresiva en el bar. «Recuerdo que vi la cara suya casi pegada a mi cara, vociferando, en una actitud agresiva», y ha añadido que durante los incidentes les dijeron: «Os vamos a reventar».
Durante todo ese tiempo, tanto personas que estaban en el Koxka como otras que se sumaron del bar de enfrente, les insultaron con frases como «hijo de puta, »txakurra», esto es lo que vais a tener cada vez que salgáis de arriba por ser guardias civiles, y similares».
Los agresores: o no estuvieron o no participaron en la pelea
Los ocho jóvenes acusados de la agresión a los dos guardias civiles y sus parejas negaron en el juicio su participación y que dirigieran o integraran un colectivo del entorno de ETA para expulsar a las fuerzas de seguridad del Estado del País Vasco y Navarra.
Ohian Arnanz, para quien se pide la mayor pena -62 años y medio de cárcel- y uno de los tres que están en prisión provisional, ha reconocido que estuvo en el bar Koxka, aunque no participó en nada, si bien en la instrucción negó que hubiera estado. Ha explicado que un chico de su pueblo le llevó hasta el fondo de bar para que no se metiera en el altercado y ha insistido en que no amenazó a los agentes con pegarles ni con nada, ni tampoco le preguntó a uno de ellos si era «madero».
«Nunca he tenido problemas ni altercados con la Guardia Civil» ni ha sentido animadversión por ningún cuerpo policial, ha continuado Arnanz, que también ha negado ser miembro del movimiento Ospa! y haber participado en alguna de sus actividades.
Otro de los acusados en prisión, Jokin Unamuno, ha afirmado que cuando entró en el bar ya estaba bastante borracho y se enfadó con los agentes porque le habían puesto cuatro multas. «Le dije que menuda jeta que tenían porque se dedicaban a crujir a multas a los jóvenes del pueblo y que luego acudían a los bares», ha dicho Unamuno, quien se enfrenta a 50 años de cárcel.
Y ha añadido: «No golpeé a nadie, ni dentro, ni fuera, ni en la puerta del bar», para subrayar que no salió del establecimiento hasta después, cuando vio «al teniente tendido en el suelo y a una mujer encima suya como protegiéndole con el cuerpo».
El tercer acusado que está en prisión, Adur Ramírez, a quien también piden 50 años de cárcel, ha afirmado que no estuvo en «toda la noche» en el bar y ha negado ser un cabecilla del Ospa Eguna pese a haber participado en actos de este movimiento. «Hace años cuando jugaba a pelota coincidí en el mismo club con un hijo de un guardia civil y no hubo ningún problema», ha comentado.
También declararon los cinco acusados que se encuentran en libertad. «Soy ignorante en el mundo de la política y me considero apolítico», apostilló Goicoechea, que estima que ha sido reconocido por una confusión y supone que no ha sido por mala fe.
Igualmente, Iñaki Abad, el de mayor edad, 31 años, se ha calificado como «políticamente inactivo» y ha comentado que en el bar en el que trabajaba tenía un trato normal con el teniente y su novia de «camarero a cliente». «No he tenido problema con ellos», enfatizó.
Los policías forales: “Fue una paliza”
Los policías forales que acudieron al bar Koxka la madrugada del 15 de octubre de 2016, cuando fueron agredidos dos guardias civiles y sus parejas, han corroborado que lo ocurrido aquel día no fue una pelea, sino que «fue claramente una paliza».
Los agentes fueron los primeros en llegar al lugar de los hechos y han explicado al tribunal que lo primero que se encontraron al llegar allí fue bastante gente -unas 40 personas- en la calle y al teniente tirado en el suelo, con sangre en la boca y fuerte dolor en una pierna.
El sargento, por su parte, estaba alterado, «llorando», y tenía la camisa, que era de color blanco, «llena de suelas de zapato». «Fue muy impactante», ha declarado uno de los policías forales, motivo por el cual llamaron a una ambulancia.
El dueño del bar y la camarera: no vieron nada raro ni dentro ni fuera del bar
Por su parte, el dueño del bar Koxka de Alsasua y una camarera de este local han testificado hoy que no vieron la agresión a los dos guardias civiles y sus parejas, ni dentro ni fuera del establecimiento, y que cuando llegaron fuera del bar se encontraron ya con el teniente tendido en el suelo.
Este miércoles, el dueño del bar ha testificado que no vio nada raro dentro del bar ni tampoco el altercado de fuera, y que salió cuando ya había acabado. Tendido en el suelo se encontró con el teniente agredido y con su novia, que le increpó en un primer momento y luego dejó de hacerlo al darse cuenta de que no era uno de los agresores.
El testigo ha añadido que solo vio un corte «pequeñito» en el labio del teniente que no sangraba y que el agente le decía que le dolía mucho la pierna. Luego, cuando llegó la Policía Foral, se fue a casa.
En contra de las versiones de los guardias civiles y sus parejas, la camarera del bar Koxka ha narrado que esa noche no pasó «nada» que le «llamase la atención» dentro del bar y que permaneció dentro hasta que acabó la agresión, cuando salió a la calle porque el dueño del bar le comunicó que había habido una pelea.
«Yo no me enteré absolutísimamente de nada», ha dicho la testigo, que ha reiterado que «en ningún momento percibimos que estaba pasando nada» dentro del bar, ni siquiera las agresiones que los agentes y sus novias dijeron haber sufrido cuando intentaron salir del local.
Según su relato, cuando salió a la calle el teniente le devolvió la chaqueta que le había dejado el propietario del bar para cubrirse. «Le vi de frente y me llamó la atención que tenía una camisa blanca y estaba limpia», ha dicho sobre este agente, para añadir que «al día siguiente al escuchar noticias fue un poco extraño porque nosotros no habíamos percibido semejante jaleo».