Muchos de los desencuentros que a través de la historia de España han tenido su foco en Cataluña han coincidido con momentos en los que España perdía claridad en su proyecto histórico o dicho proyecto se inclinaba demasiado hacia Castilla o Madrid, lo que hacía saltar, como un resorte, aquello que el historiador Soldevilla llamaba el eterno dilema de Cataluña: “dirigir a España o separarse de ella”.
Para el catedrático de Historia Medieval de la Universidad de Navarra, Jaume Aurell, para acercarse al conflicto de Cataluña es preciso entender que España es una unidad política que va de la separación a la unión. “Son varios reinos y comunidades medievales que se unen, algo que no ocurre con Alemania e Italia, cuya unidad es mucho más tardía y precipitada o con Francia, que siempre tuvo un centro y que fue uniendo, con el paso de los años a la periferia. Nuestra tradición histórica va de lo particular a lo general y esto implica una progresiva unión”, afirma.
En este progresivo acercamiento, Cataluña ha conservado buena parte de su idiosincrasia, lo que le concede ciertos argumentos para negociar un trato preferencial. “Yo creo que aquí no importa tanto lo político como lo cultural. Quizás sea un poco platónico pero yo creo que es muy importante el tema de la lengua. También hay una trayectoria histórica bastante particular. Se puede decir de otros, pero no de todos: Navarra, Castilla, Galicia… El tercer punto de importancia es el de las instituciones. La Generalitat es una institución de la Edad Media, los propios ayuntamientos que unía esta generalitat tenían también su importancia desde épocas muy antiguas”, explica.
Hacia una solución para el conflicto
El filósofo español Ortega y Gasset, que fue diputado durante la II República, veía el problema catalán como una ecuación irresoluble y para explicarlo recurría a un verso romántico: “Cuando alguien es pura herida, curarle es matarle”.
“Si los desencuentros entre España y Cataluña tienen solución – dice el profesor de Historia Contemporánea de la Universidad Autónoma de Barcelona, Martí Marín – creo que pasan por repensar qué es eso de España. De arriba abajo y con tranquilidad. Nos hemos acostumbrado a decir que el castellano es el español (olvidando el gallego, el catalán…) y al final hemos reducido tanto que parece que sólo se puede ser español de una manera”, asevera. Para Marín, la solución al conflicto debe ser parcial y consensuada. “Parece que se busca una solución de por vida y las soluciones son siempre parciales, para un período determinado. Lo que más conocemos de la Constitución americana son sus enmiendas, lo que prueba que nada es para siempre”.
Para Martín Marín se perdió una oportunidad muy importante en la reciente reforma de los estatutos. “Yo no se qué hubiera pasado si la reforma de los estatutos emprendida cuando Cataluña planteó la suya, hubiera sido tomada con la seriedad que merecía. A lo mejor hubiéramos llegado a una refundación del estado autonómico y ya está. Creo que ahí se perdió una oportunidad muy clara”.
El profesor Aurell echa en falta dos cualidades muy importantes en las negociaciones: unidad y sentido de estado. Si los partidos nacionalistas catalanes evidencian una clara desunión, los poderes nacionales debieran atacar ese flanco desde la unión, al menos del PSOE y el PP. “Esto nunca se hará porque falta visión de estado. Cuando Rajoy visita a Mas va como presidente del PP en vez de ir como presidente de España. No logran proponer una solución a largo plazo, que para mi pasa por una solución fiscal que fuera sólo para Cataluña o para todo el estado español, me da igual. Si el problema tiene mucho que ver con lo económico, ¿no es posible e incluso deseable que las autonomías llevasen el peso de sus propias finanzas?”, se pregunta.