La plataforma Stop Desahucios de Vizcaya recibió ayer la llamada de una mujer llamada Amaia, de Barakaldo, que demandaba nerviosa asesoramiento sobre qué hacer ante un posible desahucio. El voluntario que la atendió notó que estaba “angustiada y agobiada”, una voz quebrada. Y le preguntó si sabía cuándo iba a ser el desalojo, ya que el colectivo da prioridad a los casos en los que la fecha del lanzamiento está próxima. Pero Amaia guardó silencio.
Esta mañana, una mujer llamada Amaia Egaña, de 53 años, dejó abierta la puerta de su casa cuando una comisión judicial encargada de los desahucios llamó al timbre. Amaia no esperó a que los funcionarios y la Ertzaintza entraran en su piso. Encaramada a una silla se lanzó desde el balcón de su vivienda, desde un cuarto piso. Murió poco después.
Los colectivos de afectados lamentan que no pudiera ayuda ante un drama que deja en la calle a 239 familias cada día. Amaia, que había sido concejal del PSE en el Ayuntamiento de Eibar en 1983 y estaba casada con un exconcejal socialista en Barakaldo, se enfrentó a su angustia en la intimidad “por vergüenza social”, por pensar que comprometía su relación con un partido político, o simplemente por no dañar a los demás, a su círculo de amigos y cercanos.
Son suposiciones que comenta Marta Uriarte, coordinadora de Stop Desahucios en Vizcaya, que confiesa que esta tragedia la ha hundido. “He llegado hasta la puerta del edificio y me he caído. Esto es demasiado”, relata emocionada Uriarte, que recuerda que se ha convocado esta tarde a las 19:30 horas una concentración frente a los juzgados de Barakaldo para exigir que se paralicen los desalojos. Al menos, hasta que los poderes públicos acuerden la reforma de la ley hipotecaria, que deja indefenso al hipotecado y resulta muy favorable a los bancos en cuanto al cobro de la deuda.
Los vecinos no dan crédito a la tragedia y desconocían el embargo del piso. La familia es “conocida” en Barakaldo, ya que su esposo, José Manuel Asensio, fue concejal del PSE en la localidad. Amaia, que trabaja para una empresa de transportes, vivía con su marido y su hijo de 21 años.
El segundo suicidio en España por los desahucios se ha producido en el número 11 de la calle Escuela de Artes y Oficios de Barakaldo, en una urbanización que se construyó hace diez años.
En el momento en el que la comisión judicial se disponía a practicar el desahucio, Amaia estaba sola en casa, cuenta Pablo Bustamente, decano del Colegio de Procuradores de Bilbao. Según explica, en este caso de ejecución hipotecaria no se había negociado con el banco. Este viernes iban a desalojarla de la vivienda, pero en el acto de desahucio “siempre cabe la negociación”.
“Los vecinos no se lo creen. No tenían ni idea de que tuvieran problemas”, remarca Marta Uriarte. El tópico de que era una familia normal se ha vuelto a oír también esta vez.