Ni a las eléctricas de toda la vida ni a las volcadas en el negocio de las renovables les llega la camisa al cuello. La que se planteaba como madre de todas las reformas ha dejado a todo el mundo insatisfecho y, sobre todo, no termina del todo con el problema del déficit de tarifa. Queda la sensación de parche, con efectos -ya muy visibles en las cotizaciones del sector el viernes- de momento muy perjudiciales para las compañías.
Finalmente, el sector va a asumir 2.700 millones de euros de los 4.500 millones que supone la reforma, que se va a desarrollar en un anteproyecto de ley, un decreto ley, ocho reales decretos y tres órdenes ministeriales. Mucha tela o, lo que es lo mismo, mucha letra pequeña que los analistas del sector energético esperan con vehemencia para establecer las nuevas previsiones para las compañías.
Éstas se preparan para una semana clave. Tras el desplome en bolsa de la semana pasada, ahora toca dar explicaciones a los expertos, modificar las previsiones de ventas, beneficios e inversiones y, sobre todo, cruzar los dedos para evitar nuevas sorpresas negativas por el camino. Ahí está el caso de Acciona, a priori la empresa más afectada por la nueva regulación.
Pero lo peor puede estar por llegar. En algunas firmas de análisis de primer nivel ya se da por hecho que el año que viene el Gobierno tendrá que atacar de nuevo el problema del déficit de tarifa o, lo que es lo mismo, que la reforma anunciada el viernes no es ni mucho menos el punto y final. Por lo tanto, la inseguridad jurídica respecto al sector está muy lejos de desaparecer.