Todos esperaban buenos datos para el empleo en los meses de mayo y junio especialmente, y también en julio, y un cierto empeoramiento a partir de agosto. La gran prueba de fuego para el mercado laboral español llegaría a partir del mes de agosto, cuando el final del verano se lleve por delante la temporada turística veraniega que tanto peso tiene en nuestra economía y en nuestro mercado de trabajo.
Hasta ahora el guión se ha cumplido. Hemos llegado al punto de inflexión en lo que al ejercicio 2014 se refiere. Con excelentes resultados en mayo y en junio y buenos datos en julio, agosto es una línea roja. De hecho, se han roto algunas buenas rachas que veníamos observando desde hace meses de forma ininterrumpida. Ha crecido el paro, aunque no en un número que pueda causar una sorpresa negativa y ha caído la afiliación a la Seguridad Social. Como se preveía.
Casi todas las comparaciones con años anteriores siguen siendo positivas, aunque con algunas excepciones. Agosto de 2013 fue mejor que el mes pasado en ciertos indicadores. Sin tener en cuenta el efecto calendario, también de forma desestacionalizada la mayoría de los datos son buenos, aunque también con excepciones. Lo que no puede hacernos olvidar la profundidad de esta crisis y lo lenta que está resultando la recuperación del empleo.
La afiliación a la Seguridad Social crece en términos interanuales en 321.833 cotizantes. El paro registrado se reduce también respecto a hace un año en 270.853 personas. Hacía ocho años, dos antes del estallido de la crisis, que no se producían ambas circunstancias en un mes de agosto. Y en lo que va de año el sistema gana 291.880 afiliados.
Previsiones para lo que resta de año
Las perspectivas parecen halagüeñas. También la última EPA conocida, la del segundo trimestre, arrojó 402.000 ocupados más, mejorando la mayor parte de los pronósticos. Y Asempleo, la patronal de las agencias privadas de empleo, preveía que la ocupación siguiera creciendo en términos EPA en los meses de julio, agosto y septiembre un 1,2% interanual. Al término de este año, el crecimiento interanual de la ocupación sería según esta asociación del 1%, unos 170.000 ocupados más que a finales de diciembre de 2013.
No obstante, hay otros pronósticos más conservadores. El catedrático de Economía Aplicada de la Universidad Autónoma de Barcelona, Josep Oliver, que dirige desde hace años el Índice Laboral ManpowerGroup, un pormenorizado análisis de los datos de la Encuesta de Población Activa (EPA), cree que en los últimos meses del año los datos volverán a ser un peores y se destruirá empleo de forma que el saldo final de 2014 quedaría muy similar a como empezó el año. Oliver retrasa la mayor recuperación de empleo al año 2015.
La mayor parte de los expertos, como Raúl Grijalba, presidente en España del grupo de recursos humanos ManpowerGroup, coinciden en que la generación de empleo ahora se puede producir y se está produciendo con crecimientos económicos menores de los que España necesitaba históricamente.
El peso de una larga crisis
Los organismos internacionales, servicios de estudios y el propio Gobierno han revisado al alza las previsiones de crecimiento económico del país. Ahora falta por ver si el mercado es capaz de traducir en mayor creación de empleo la mejora de los datos macroeconómicos.
Y es que, al final, la primera y principal condición para la contratación de trabajadores, por más reformas y mejores que se lleven a cabo en el marco laboral, es el crecimiento económico, la recuperación de la actividad.
Pero influyen otros factores, como la confianza empresarial. Por un lado la inmensa mayoría de firmas de nuestro país han ajustado al máximo las plantillas en busca de la reducción de costes y el aumento de la productividad. De esta forma, es de suponer que ante un incremento de la demanda se verían en la necesidad de reforzar su personal.
Pero también es cierto que está crisis está dejando una profunda huella y lecciones que sin duda pueden influir en las decisiones de los empresarios, que después de la borrachera y el empacho de los años locos, necesitan en muchos casos una mayor seguridad en la profundidad y consistencia de la recuperación antes de volver a contratar trabajadores con mayor alegría.