La adolescencia de los hijos es una de las etapas más complicadas para los padres. De repente, un día te levantas y tienen un extraño en casa respondón y con cara de pocos amigos que solo piensa en salir y en sus amigos.
»Un extraño en casa. Tiembla… llegó la adolescencia» es el nuevo libro publicado por la psicóloga y directora del centro Biem Rocío Ramos-Paúl, más conocida como supernanny, junto a su compañero Luis Torres.
Todos los niños y niñas pasan por esta época de rebeldía absoluta en la que se creen que se comen el mundo y en muchas ocasiones se ven como el epicentro de todo los problemas del planeta.
Cambios de humor, rabietas por los límites de papá y mamá, salir con amigos, los primeros contactos con el alcohol y las drogas, … Todo cabe en estos años en el que el joven está dominado por las hormonas incontrolables que van dirigiendo su día a día hasta los 18 o 20 años en los que se estabilizan por fin.
La mediática psicóloga destaca que la única llave para superar esta etapa sin volverse loco es la negociación y la cesión de ‘premios’ a cambio de esfuerzo.
Aunque algunos la sufren con más intensidad que otros, todos los adolescentes son impulsivos, rebeldes y tienen un pensamiento dicotómico, es decir, ven las cosas como blanco o negro, está bien o está mal, “para ellos no existen los matices”.
La adolescencia es el momento en el que los jóvenes ensayan la adultez y poco a poco se van preparando para la realidad que les espera en el futuro. “Por eso es básica la experimentación. Todas las novedades que se les presentan a medida que se ganas ‘libertades’ son un mundo para ellos”.
Las niñas son más hirientes que los niños
Las niñas en estas edades suelen ser más hirientes con los padres que los niños. Ramos explica que “van más adelantadas socialmente porque se les empuja a ello y son más habilidosas en las relaciones y dinámicas. Pero también hacen más daño verbalmente, sobre todo a las madres”.
Los chicos suelen ir más retrasados en este sentido y se les empuja a ser “más brutotes y pasotas”, señala Supernanny.
La especialista apunta que una de las cosas más importantes en esta época no es entrar al juego de los adolescentes. “La hormona siempre gana”, asegura entre risas.
No hay que entrar al trapo en un conflicto porque el joven “siempre grita más, discute más o pega el portazo más fuerte” y con ello solo se consigue el disgusto y enfado de los padres y del hijo sin llegar a ninguna solución.
Lo que hay que plantearse es que “o soy el adulto y necesita control emocional, yo me tengo que retirar en el momento de enfado, porque si me meto, no sé dónde vamos a llegar”.