Cada maestrillo tiene su librillo y el de César Bona pasa por usar la imaginación. Este zaragozano de 42 años es el mejor maestro de España y aspira a ser el mejor del mundo. El 17 de marzo se sabrá quién de los 26 nominados (él es el único español) se lleva el Global Teacher Prize, considerado el nobel de la enseñanza y dotado con un millón de dólares.
Bona se presentó como candidato gracias a la insistencia de un amigo. Tras ser uno de los finalistas su popularidad ha crecido como la espuma en España. Su teléfono no para de sonar, periodistas de toda España quieren entrevistarle y cientos de padres y maestros se han puesto en contacto con él para pedirle consejos. Se siente un privilegiado y espera que su ‘fama’ ayude a mucha gente. El premio está dotado con un millón de dólares (unos 800.000 euros), lo que lo equipara, al menos en el aspecto económico, al Nobel. «Ser el único español es una responsabilidad, sí. Pero estoy convencido de que aquí hay un montón de profesores que hacen un gran trabajo innovador, anónimo y con pocos medios, y que podrían ser finalistas en lugar de mí».
De pequeño César no soñaba con ser maestro, es más, estudió Magisterio tras licenciarse en Filología Inglesa. “Cuando estudiaba COU aun no tenía muy claro que quería estudiar, estaba entre periodismo, psicología, filosofía y filología inglesa. Al final me decanté por la filología inglesa. Empecé trabajando dando clases particulares a niños y me di cuenta que me divertía mucho explicándoles cosas de forma diferente por eso luego estudié Magisterio”, relata Bona. Los responsables del premio han indicado que la elección de Bona se debe a que es «un defensor infatigable de los derechos de la infancia» y por «creer en el potencial creativo de los niños».
Está claro que este maestro es un muy diferente a los tradicionales. Un día llega a clase y dice en voz alta una frase como esta “la historia del larguirucho Don Puyuelo de la Cortada que saltó dentro de un pozo y encontró una piedra preciosa capaz de transformar…” En ese momento pide a sus alumnos que usen su imaginación y que monten una historia a partir de ella. Cuando empezó a utilizar sus métodos hubo algunos padres que lo miraban con cierta cautela, “pensaban que era más importante practicar la gramática o la ortografía. Sin embargo, se dieron cuenta que el tiempo iba pasando y los niños iban mejorando”.
Hacer una obra de teatro de cine mudo, crear una protectora de animales dirigida por niños o ayudar a los abuelos a cumplir sus sueños. Estas son algunas de las ideas que tuvo César y que hizo con sus alumnos en los colegios en los que ha trabajado. ¿Cómo se te ocurren estas ideas, en qué te inspiras?, le preguntamos.
“Me vienen sobre la marcha, estoy en clase y se me ocurren las cosas y las hago. Por ejemplo, un día iba en coche escuchando un disco de bandas sonoras de Woody Allen y se me ocurrió lo del teatro mudo. La idea de la protectora de animales me surgió cuando vino el circo a Muel, el pueblo donde estaba dando clase. Estas iniciativas se me ocurren depende del instante o del momento, muchas veces una palabra o una expresión me inspira para hacer cosas nuevas”, explica césar Bona.
Otra de las cosas que intenta hacer Bona es aplicar sus experiencias de cuando era niño para que sus alumnos superen esos problemas. “Cuando era niño me no me atrevía a levantar la mano en clase, era muy tímido y me daba mucha vergüenza. Cuando llegue al instituto no sabía ingles por lo que no me enteraba de nada por eso ahora intento enseñar de otra manera a mis alumnos. Pensaba que rellenar huecos era muy aburrido por lo que les enseño a expresar cosas útiles para la vida”, destaca Bona.
«Busco que los niños se impliquen, se sientan parte de algo. Educamos niños, no máquinas. No se les puede hacer saltar a todos por la misma valla. Yo intento conocer las circunstancias e intereses de mis alumnos antes de enfocar el programa. Hay que enseñar a todos lo mismo pero de forma que les resulte atractivo», explica.
César se ha convertido en el maestro preferido de muchos niños. Cuando daba clase en el colegio Fernando el Católico a niños gitanos les pidió que le enseñaran a tocar el cajón. Tras metérselos a todos en el bolsillo consiguió reducir el absentismo a sus clases y sus alumnos acabaron el curso sabiendo leer. Cuando él era niño también tenía un maestro preferido, “se llamaba don Dionisio y me inspiró por el cariño hacia la lengua y a expresarme bien”, apunta.
Para César los deberes deben intentar hacerse en clase para que luego los padres e hijos puedan disfrutar los unos de los otros. “Yo explico las cosas en el aúla y luego les dejo tiempo para que los hagan. A lo mejor les mando alguno para casa para que cojan el hábito de trabajar pero lo que no puede ser es que se queden hasta las 9 de la noche haciendo deberes. La infancia es un momento especial tanto para los padres como para los hijos y tienen que relacionarse entre ellos”, relata.
Estimular a los niños conociéndolos de manera individual. Esta podría ser una de las máximas del maestro más popular de España. César defiende que cada niño es un universo y tiene unas inquietudes y preocupaciones diferentes por lo que no se puede entrar al aula a dar datos sin saber cómo son estos niños.
En 17 de marzo sabremos si este zaragozano, emprendedor de la educación es bautizado como el mejor profesor del mundo. Por si acaso gana, ya tiene claro en que lo va a invertir “desarrollaré el tema de la protectora de animales para enseñar a los niños a empatizar y potenciar su sensibilidad”, concluye.
Así es como distribuye el aula César