Elena Alfaro recurre al sistema de libros de texto de Estados Unidos cuando habla del sistema perfecto. Allí los libros son propiedad del colegio, que los presta a los alumnos durante el curso y los recupera al final: “Los padres solo tienen que pagarlos si se extravían. Una amiga que vive allí dice que a sus hijos les dan dos juegos de libros. Unos para que los tenga en casa y otros para que los use en clase. Y además les dan material de papelería. Al final de curso los tiene que devolver”.
Elena Alfaro recogió en 2013 265.000 firmas para que la reforma educativa garantizara un sistema de préstamo gratuito de libros de texto en la educación obligatoria de los centros públicos y concertados. Su gesto impulsó una iniciativa que se debatió y aprobó en el Congreso de los Diputados. Pero algunos sectores ya llevaban reclamando que los libros de texto fuesen gratis. Las Administraciones educativas han puesto en marcha diversos programas, pero no lo han conseguido en 20 años, aunque sí se han dado grandes pasos en algunas comunidades.
Según un estudio publicado por la Confederación Española de Asociación de Padres de Alumnos (CEAPA), ya son seis las que tienen gratuidad total: Andalucía, Aragón, Castilla-La Mancha, La Rioja, Navarra y Canarias. En otras hay gratuidad parcial y ayudas. Como en el País Vasco, donde los padres aportan solo un 25% del coste y el 75% restante lo aporta la Administración.
“Cuando hay tantas personas con dificultades para comprar libros hay que plantearse las cosas. En ningún país pasa esto”. Y da más ejemplos. En los países nórdicos, los libros también son propiedad de los colegios y en Bélgica funcionan los mercados de libros y el intercambio entre particulares. Los estudiantes alemanes estudian con libros usados, pero hay diferencia entre las regiones: en Baviera o Renania del Norte-Westfalia facilitan gratuitamente el material, pero en zonas como Berlín pasan el gasto a las familias, aunque las escuelas tienen un acuerdo con las asociaciones de padres para que rentabilicen al máximo la inversión.
En Francia los padres pagan una parte del coste y de la otra se encarga la Administración; en Italia los libros de los más pequeños y de los estudiantes con padres con rentas bajas son gratis y en Reino Unido no utilizan libros de texto ni en Primaria ni en Secundaria, sino que son los profesores los que reparten el material didáctico necesario.
Durante la conversación, Elena Alfaro abre otro debate: ¿Son los libros de texto realmente necesarios? Y es contundente con la respuesta. “Son una necesidad ficticia que se ha convertido en una obligación muy cara. He escuchado a muchos profesores decir que no usan libros, porque hacerlo es del pasado”. Que en España se siga estudiando con libros de texto lo atribuye a intereses: “Las editoriales, las primeras”.