Opción A
En España, donde la pereza más que un vicio es una religión,se comprenden difícilmente esas monumentales obras de los químicos,naturalistas, y médicos alemanes en las cuales solo el tiempo necesario para laejecución de los dibujos y la consulta bibliográfica parecen deber contarse porlustros. Y, sin embargo, estos libros se han redactado en uno o dos años,pacíficamente, sin febriles apresuramientos. El secreto está en el método detrabajo, en aprovechar para la labor todo el tiempo hábil, en no entregarse aldiario descanso, sin haber consagrado dos o tres horas a la tarea, en ponerdique prudente a esa dispersión intelectual y a ese derroche de tiempo exigidopor el trato social, en restañar, en fin, en lo posible, la cháchara ingeniosadel café o de la tertulia, despilfarradora de fuerzas nerviosas (cuando nocausa disgustos), y que nos aleja con pueriles vanidades y fútilespreocupaciones, de la tarea principal.
Si nuestras preocupaciones no nos permiten consagrar el temamás que dos horas no abandonaremos el trabajo a pretexto de que necesitaríamoscuatro o seis. Como dice juiciosamente Payot, “poco basta cada día si cada díalogramos ese poco”.
Lo malo de ciertas distracciones, demasiado dominante, noconsiste tanto en el tiempo que nos roban, cuanto en la flojera de la creacióndel espíritu y en la pérdida de esa especie de tonalidad que nuestras células nerviosasadquieren cuando las hemos adaptado a determinado asunto.
No pretendemos proscribir en absoluto las distracciones,pero las del investigador serán siempre ligeras y tales que no estorben en nada las nuevas asociaciones ideales. El paseo al aire libre, la contemplación de las obras artísticas o de las fotografías de escenas, de países y de monumentos, el encanto de la música y sobre todo de la compañía de una persona que, penetrada de nuestra situación, evite cuidadosamente toda conversación grave y reflexiva, constituyen los mejores esparcimientos del hombre de laboratorio. Bajo este aspecto será bueno también seguir la regla de Buffon cuyo abondono en la conversación (que chocaba muchos admiradores de la nobleza y elevación de su estilo como escritor) lo justificaba diciendo: «estos son mis momentos de descanso». Santiago Ramón y Cajal »Reglas y consejos sobre la investigación científica. 1987.
Cuestión 1: Haga un comentario de texto del fragmento que se propone contestando a las preguntas siguientes.
a) Enuncie el tema del texto (0,5 puntos).
b) Detalle sus características lingüísticas y estilísticas más sobresalientes (1,25 puntos).
c) Indique que tipo de texto es (0,25 puntos).
Cuestión 2: Redacte un resumen del contenido deltexto (1 punto).
Cuestión 3: Elabore un texto argumentativo a favor o en contra de que en ciertas profesiones se sustituye un horario fijo de trabajo por otro flexible a cambio de una determinada productividad (1,5 puntos).
Cuestión 4A: Analice sintácticamente: No pretendemos procribir las distracciones, pero las del investigador serán siempre ligeras. (1,5 puntos).
Cuestión 4B: Explique el concepto de metáfora y el sentido metafórico de la siguiente expresión del texto: Poner dique prudente a esa dispersión intelectual (1 punto).
Cuestión 5A: La novela realista y naturalista del siglo XIX (2 puntos).
Cuestión 5B: Comente los aspectos más relevantes de la obra del siglo XX anterior a 1939 que haya leído en relación con su contexto histórico y literario (1 punto).