Los que más copian en los exámenes normalmente son los alumnos de secundaria y los de la universidad ya que los de primaria no suelen tener todavía la picardía suficiente como para que se les ocurra al ser demasiado pequeños. Cada año decenas de alumnos buscan alguna manera para estudiar lo menos posible y aprobar en el examen sin ser pillados.
Desde las tradicionales chuletas a bolígrafo en brazos y piernas, pasando por el famoso cambiazo, hasta los sofisticados pinganillos y sistemas de radio para comunicarse con el exterior y »chiven» todo el contenido de la prueba. Pero ahora las nuevas tecnologías y, sobre todo, los móviles, ayudan mucho más a que los alumnos pueden hacer trampas a la hora de aprobar una asignatura.
La Universidad Politécnica de Catalunya (UPC) denunciaba el pasado 2013 ante la Fiscalía de Barcelona a la Academia Sol por filtrar supuestamente a través de la aplicación de mensajería instantánea Whatsapp las respuestas de un examen de la asignatura Electromagnetismo de segundo curso de la Escuela Técnica Superior de Ingenieros Industriales de Barcelona.
Según la investigación interna de la universidad, dos estudiantes desconocidos -no matriculados- entraron en el aula donde se realizaba el examen el 30 de enero, recogieron la prueba y abandonaron la clase minutos después para poder chivar las respuestas a alumnos de la Academia que estaban conectados por este chat.
Una veintena de los estudiantes presuntamente implicados fueron suspendidos, si bien la UPC optó por no abrir un expediente a ningún alumno porque no querían «cargar tintas» contra ellos, puesto que colaboraron en la investigación interna.
Las nuevas tecnologías, un gran aliado de los ‘copiones’
Las nuevas tecnologías son uno de los grandes enemigos a los que tiene que hacer frente en la actualidad un profesor cuando vigilan un examen.
Los móviles, los pinganillos, las radios,… los alumnos se buscan decenas de triquiñuelas para conseguir estudiar menos y aprobar. Una de las opciones por las que se han decantado algunos centros son los inhibidores de frecuencia para cortar las comunicaciones pero no en todas las comunidades se permite su uso.
En 2013, el Gobierno de Valencia prohibía a las universidades de la región la implantación de estos aparatos ya que podrían dificultar investigaciones policiales o entorpecer situaciones de emergencia.