En Finlandia no se va al instituto para estudiar Bachillerato si no se saca como mínimo un 7,5. El modelo educativo finés es referencia en el mundo, para muchos el número uno, por su enseñanza infantil, la igualdad de oportunidades, la excelencia en el profesorado y también por la exigencia académica. Los niños deben tener un notable de media para cursar estudios secundarios, de lo contrario, ingresarán en una escuela vocacional para aprender un oficio.
El modelo educativo promueve la competencia en Secundaria, y más aún en la universidad, según cuenta Andrés Oppenheimer, autor de ‘¡Basta de historias!’. Solo el 20% de los estudiantes que se postulan acceden a la universidad, y si quieren cursar Derecho o Medicina, el promedio es del 5%.
En el Instituto Indio de Tecnología de Nueva Delhi, el mayor símbolo de estatus es tener buenas notas. “No vamos mucho a los bares o lugares a bailar. A lo sumo, una cerveza el sábado por la noche”, comenta un estudiante de 22 años de ingeniería electrónico que antes de que de graduarse ya tiene un empleo con una entidad bancaria en Japón.
Andrés Oppenheimer cuenta que en India hay un sector creciente de la población obsesionado con la educación. La enseñanza todavía no alcanza a toda la sociedad y existen problemas en las zonas rurales. Pero para los que tienen acceso, la exigencia educativa empieza desde el jardín de infancia. Hay centros que realizan pruebas de acceso. Los niños tenían que someterse a tres pruebas: matemáticas, lecturas y habilidad verbal. Por ejemplo, debían contestar a la pregunta de si 53 es mayor o menos que 91, y leer palabras de tres letras.
Algunos padres se levantaron contra estos exámenes y se generó una batalla legal que acabó con la Corte Suprema anulando las pruebas. Pero hay centros infantiles que las mantienen por la demanda de los padres que consideran que las escuelas con test iniciales son más rigurosas y les darán una mejor educación a sus hijos.
En China, la prueba de ingreso a la universidad, llamada ‘gaokao’, genera cada año enorme expectación por el estrés y la ansiedad entre estudiantes y padres. Cada año diez millones de estudiantes chinos se someten a estos exámenes que dura tres días, mientras los padres rezan en la puerta y las autoridades bloquean los accesos de los edificios donde se realizan los test para evitar ruidos de coches, grúas o sierras metálicas. El 60% de los estudiantes pasa la prueba para ir a la universidad, pero solo el 20% consigue acceder a los mejores centros académicos.
Por el volumen de estudiantes que realizan la prueba, la competencia y el nivel de estrés que se genera, en China se considera la prueba de la universidad como la más exigente del mundo. Es tal la exigencia, que en varias ciudades los coches de policía tienen orden de evitar usar sus sirenas durante los tres días de la prueba.