España ha pasado con buena nota los exámenes del Banco Central Europeo (BCE). El gobernador del Banco de España, Luis María Linde, refiriéndose a los resultados de una de las pruebas, la de valoración de activos (AQR) se aventuró a señalar que si hubiera que poner nota, España sacaría la mejor. Pero el Banco de España también ha repetido que de cara al trabajo “no hay que confiarse”, comienza una nueva etapa en la que habrá retos que superar y mucho trabajo.
Esa nueva comienza oficialmente el 4 de noviembre, cuando el BCE pasa a ser el supervisor de las 128 mayores entidades de la eurozona como uno de los pilares de la unión bancaria.
Así, aquellos bancos que tienen más de 30.000 millones en activos y cuyo peso sea superior al 20% del PIB de su país de origen quedan bajo la tutela del BCE. En el caso de España es el 90% de su sistema financiero. Las entidades pequeñas, como las cajas alemanas, y que no tengan actuaciones transfronterizas seguirán dependiendo únicamente de las autoridades nacionales.
Eso no significa que la autoridad de los supervisores nacionales, el Banco de España en nuestro caso, desaparezca para los grandes de la banca. Como el propio Linde recordó durante el turno de preguntas, el domingo, “el supervisor único tiene dos elementos: el del Banco Central Europeo y el supervisor nacional, que siguen existiendo y tienen un papel esencial”.
El papel del Banco de España a partir del 4 de noviembre
Como figura en la Memoria de supervisión bancaria 2013 (pag 27), seguirán bajo la responsabilidad del Banco de España las funciones relacionadas con “la cuestiones relativas al blanqueo de capitales y financiación del terrorismo, y la protección de los consumidores”.
También vigilará todo lo relacionado con los medios de pago desde tarjetas a cheques, y sucursales de países que no forman parte de la Unión Europea. Se añade la supervisión de “entidades no de crédito (p. e., entidades de pago, sociedades de tasación, entidades de dinero electrónico, sociedades de garantía recíproca, etc.), incluidos establecimientos financieros de crédito” que no se consideran entidades.
El Banco de España asistirá además al BCE, en el ejercicio de la supervisión directa, con la remisión de información, la participación en los equipos conjuntos de supervisión (JST,
por sus siglas en inglés) y en los equipos de inspección en cada país, la preparación de proyectos de decisión que se han de enviar al BCE para consideración y la ejecución de decisiones adoptadas por el BCE.
Con todo, el BCE pasa a tener competencias administrativas importantes tanto para los bancos que supervisa como para las pequeñas entidades. Será la autoridad europea la que decida sobre licencias bancarias y adquisición de participaciones en otra entidad: “Con independencia del tipo de entidad (significativa o no), las decisiones sobre los procesos de autorización o revocación y los relativos a participaciones significativas recaerán en el BCE”, afirma la memoria.
Con la llegada del Mecanismo Único de Supervisión (MUS), que es como se ha denominado la supervisión del BCE, también habrá cambios en la forma de trabajar.
“Una diferencia relevante respecto del modelo actual se refiere a la distinción entre seguimiento y verificación: el modelo que se va a implantar, a diferencia del existente actualmente en España, asigna cada una de estas tareas a un equipo distinto”. Y aunque la nueva autoridad entra en vigor en noviembre quedan temas por cerrar, por ejemplo, desde la semana pasada, y hasta diciembre, ha quedado abierto un proceso de consulta pública para que los bancos puedan dar su opinión sobre cómo se deberá presentar la información financiera de supervisión.
Todavía se trata de unificar criterios porque el BCE “garantizará que la calidad y los métodos empleados sean homogéneos en toda la zona del euro”, asegura la memoria.
Evitar nuevos abusos
¿Acabará el MUS con los escándalos que hemos visto en los últimos tiempos?, han llegado a preguntar a Linde. Sólo el tiempo dirá… según el Gobernador, “las irregularidades no fueron un problema de supervisión sino un problema de otro orden (…) Espero que se podrá mejorar en todo y también en aspectos que no se consideran normales en la supervisión”.
De momento, el objetivo primordial es reducir la fragmentación bancaria, el fenómeno por el cual una empresa española en igualdad de condiciones, paga más caro un crédito. Para ello y como complemento del MUS se cuenta también con un Mecanismo Único de Resolución (MUR) o fondo de reestructuración común para financiar las quiebras. Se trata de un fondo destinado a liquidar o rescatar los bancos en dificultad y que estará dotado con al menos, 50.000 millones. La diferencia con anteriores fondos de rescate, es que se constituirá con las aportaciones de las grandes entidades supervisadas por el BCE. La idea, es evitar que los futuros ‘rescates’ sean costeados por los bancos. El debate ha girado en torno si será un fondo ‘común’ o compartimentado por países, así será durante el plazo de ocho años, a partir de 2016. Antes del tercer año, es decir, antes de 2020 se considerará como comunitario el 60% de las aportaciones disponibles. En el primer año, será el 40% y un 20% más en el segundo.
El complemento al fondo es el acuerdo, que previa a la utilización del fondo, se aplicará una ‘quita’ (condonación de deuda) del 8% a inversores y acreedores.