La energía nuclear siempre suscita debate. Normalmente entre los pragmáticos que aseguran que en un riesgo que merece la pena correr porque proporciona ‘energía limpia y barata’, y los que eluden considerar las consecuencias económicas arguyendo su peligrosidad.
The Economist, se sitúa en una tercera vía. Bajo el título “Energía nuclear. Un sueño fracasado” y coincidiendo con el aniversario de la catástrofe de Fukushima, se dedica un amplio informe de 14 páginas sobre la energía nuclear.
Sostiene que a largo plazo, el poder nuclear ha decepcionado y “aunque nunca se destierre, tendrá un papel marginal”, debido a “sus costes, y su seguridad”.
La apuesta del Economist puede asombrar a aquellos pragmáticos defensores de la energía ‘limpia’, pero los periodistas que han elaborado el informe, mantienen que lo nuclear es “más una criatura de los políticos y no de los economistas”.
El semanario es realista, asegura que lo nuclear no va desaparecerá. Pero anticipa que perderá amplitud.
Ese, no es el único espacio que dedica la revista, en sus páginas, a un problema energético. También aborda la subida del precio del petróleo, y citando el titular de un reciente informe del HSBC, sobre si “¿El petróleo será la nueva Grecia?”, en referencia al impacto sobre la economía europea que ha tenido la crisis de la deuda en Atenas. Según The Economist, “debemos preguntarnos cuatro cosas: ¿qué hace subir el precio?, ¿cuánto más subirá?, ¿qué impacto económico tendrá la subida?, y ¿cómo dañarán las futuras subidas?”.