Ese gran oráculo de las finanzas llamado Goldman Sachs ha dictado sentencia sobre el valor refugio por excelencia de los inversores. El banco de negocios más importante de Estados Unidos cree que el precio del oro ya no da más de sí y ha decidido tirar la toalla. Ha bajado su previsión del precio medio del oro para este año desde los 1.610 hasta los 1.545 dólares la onza este año y desde los 1.490 hasta los 1.350 euros el año que viene.
Esta misma semana, UBS y Deutsche Bank han seguido la misma línea. También han rebajado las estimaciones -menos que Goldman, en cualquier caso-, con una batería de argumentos que van desde la fortaleza del dólar y la política expansiva de la Reserva Federal hasta la vuelta de los inversores al mercado de acciones. Si se cumple el viejo axioma de los mercados que dice que para ganar dinero hay que ir contra la opinión general del mercado, más de uno debe estar preguntándose si este es el momento de apostar por el metal amarillo.
Los bancos tercian así en uno de los debates más calientes del año en el universo de la inversión. Hay tal división de opiniones que ni las grandes fortunas se ponen de acuerdo. Algunas siguen apostando por una subida del oro -hasta nada menos que 4.000 dólares, según John Paulson- y otras empiezan a retirar sus piezas del campo de batalla. Que es lo mismo que decir que hay mucho dinero que ganar… o que perder.
El gran argumento de Goldman para rebajar al apuesta por el metal en el que se han refugiado millones de inversores durante la crisis es que el precio apenas se ha movido en el último mes, después del rescate de Chipre y a pesar de los últimos datos desalentadores sobre el ritmo de crecimiento en Estados Unidos.
Dicho de otra manera, Goldman cree que si en uno de los escenarios más favorables posibles para una nueva oleada de compras de oro el precio no se ha movido -en lo que va de año cae alrededor del 6%-, ya no hay razones para pensar que lo vaya a hacer. Que es lo mismo que decir que quedan pocas dudas de que los inversores ya no creen que el oro sea el gran clavo ardiendo al que agarrarse frente la incertidumbre.
Goldman, que cree que la onza de oro terminará este año en 1.450 dólares y que acabará 2014 en los 1.270, juega más fuerte cuando asegurá que espera «pocas ramificaciones de la crisis de Chipre» y que los últimos datos americanos no van a hacer descarrilar las previsiones de recuperación. Es lo mismo que decir que el oro ha dejado de ser el escondite perfecto alrededor de los 1.570 dólares actuales. De momento, quedan lejos los máximos históricos de 1.900 de septiembre de 2011.