El relevo de Emilio Botín al frente del Santander se adelantó con su fallecimiento repentino, la semana pasada, pero se ha gestado durante años. Una sucesión preparada al milímetro, y marcado también, por un cambio de nombre. O más bien la supresión del segundo nombre de la hija de Emilio Botín. Así, ha pasado de ser «Ana Patricia Botín» a ser «Ana Botín».
Su llegada en 2010 al frente de Santander UK fue, según los expertos, la prueba de fuego que la confirmarían como la persona indicada para sustituir a su padre al frente del grupo. Y también el momento en el que dejó de ser «Ana Patricia». Las notas de prensa del grupo así lo dejan patente. Aunque para los medios españoles e internacionales seguían tratándola de “Ana Patricia Botín” hasta la semana pasada, los comunicados oficiales de la entidad ya habían aplicado el cambio.
Desde el grupo Santander explican simplemente que “ella, prefiere que la llamen Ana. Así lo ha querido”, sin más explicaciones, aunque fuentes cercanas a la entidad aseguran que los motivos son más complejos. “Ana Botín” sería de esta forma un nombre más corto y fácil de retener para el público, especialmente en mercados extranjeros.
La presidenta del Grupo Santander habría elegido simplificar su nombre en la esfera pública bajo el asesoramiento de especialistas. No hay que olvidar que una parte significativa de los ingresos del Santander provienen precisamente de Santander UK, y los fondos anglosajones forman parte del accionariado del banco. Así, una vez elegida presidenta, «Ana Patricia» ha pasado ha ser «Ana» en todos los medios, ya sean Financial Times, Wall Street Journal o BBC.
Así, Ana Botín ya ha dado unos primeros pasos tras las huellas de su padre y alabando el «gran equipo» humano con que cuenta el banco y «la gran experiencia» del consejo de administración. Eso sí, de momento, no ha conseguido que medios e incluso comunicados de su grupo se refieran a ella como «presidente», es decir en la acepción masculina del término, y no como «»presidenta».