Visto con la perspectiva de casi siete años, la crisis española podría haber sido una crónica anunciada. Sin embargo, en 2007 pocos advirtieron los riesgos que amenazaban al país. Hoy parece evidente que un modelo productivo basado en el ladrillo y un sistema excesivamente endeudado no podían más que terminar en desastre.
Antes de la crisis el peso del ‘ladrillo’ en el PIB representaba casi el 22% del PIB, en 2013 se ha reducido al 10%. De la mano de la construcción, la enorme deuda privada también ha ido menguando aunque sigue siendo una pesada losa. Los hogares siguen debiendo más de 777.000 millones en préstamos. En 2010 su deuda era de 903.033 millones.
La principal lección de la crisis y el mensaje que se repite tanto desde la derecha como desde la izquierda es que el crecimiento futuro debe ser sólido, estable y que hay que reestructurar el peso de los sectores productivos. La OCDE, en su último informe bianual recalca la necesidad de ese cambio de modelo productivo. Desde la Fundación de Cajas de Ahorros (Funcas) hasta el Instituto Juan de Mariana, todos coinciden en que España se ha despedido de su anterior modelo pero todavía no ha encontrado uno nuevo que los sustituya.
Principalmente el camino por recorrer pasa por aumentar el peso de la Industria. En su visita a España este verano, el vicepresidente del Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT), recomendó fomentar la reindustrialización del país para crear un tejido productivo capaz de absorber el elevado número de parados. En España el peso de la Industria sobre la economía ha ido decreciendo progresivamente, primero durante los años del ‘boom’ inmobiliario; después la crisis, ha seguido impactado negativamente en un sector que asegura empleo estable y de mayor calidad que en los servicios.
“Es un proyecto en el que están inmersos la mayoría de los países desarrollados porque la industria crea empleo y de un tipo estable, con salarios más elevados. Por eso, casi todos han puesto en marcha políticas de apoyo a la industria”, explica Ángel Hermosilla del Consejo General de Economistas.
La Comisión Europea se ha fijado como objetivo para Europa que la Industria represente para 2016 un 20% del PIB. Actualmente es de un 16%, y en España, se encuentra por debajo del 14%. En Alemania, representa nada más y nada menos, que 1/3 de su PIB.
Relacionada con esa necesaria reindustrialización, para dar un giro al modelo productivo español, habría que situar vértices como aumentar la inversión en I+D+i, también, en formación profesional, abaratar el precio de la energía y fomentar la creación de grandes empresas. Una hoja de ruta completa pero que no puede aplicarse de la noche a la mañana. Es, como siempre que se quieren plantar raíces, un proceso de largo recorrido.
Así, los nuevos Presupuestos Generales del Estado (PGE) de 2015 aumentan más de un 4% la inversión en I+D+i pero venimos de una situación continuada de bajadas. En 2013 España únicamente destinó un 1,3% de su PIB a la investigación. Menos de la mitad que Finlandia (3,5%). Y todavía lejos del 2,92% alemán o el 2,2% francés.
A pesar que el ejecutivo ha aprobado, en julio, un plan para impulsar el crecimiento y la industrialización y pretende fomentar la formación profesional para acelerar el empleo juvenil, en lo que ha tenido más éxito España a la hora de dar un »pequeño» giro de su modelo productivo es en la diversificación de las exportaciones y el aumento del turismo. Son nuestras cifras más relevantes: un éxito sin precedentes de visitas turísticas a las que el frenazo de la economía europea no parece afectarles, y la apertura de mercados más allá de las locomotoras europeas.