Los Tesoros de España e Italia han tenido la difícil tarea de salir al mercado esta semana a pedir más dinero a los inversores. No es plato de buen gusto tener que abrir fuego después de la cumbre europea que la semana pasada sentó las bases de una nueva etapa en la zona euro pero que, al mismo tiempo, dejó demasiadas incógnitas sin resolver.
Tanto es así que Moody»s advirtió el lunes de que la Eurozona sigue bajo presión y que los ratings para todos los países necesitan ser revisados. Por lo tanto, aunque las presiones han remitido, no lo han hecho lo suficiente, ni mucho menos, como para garantizar unas subastas medianamente tranquilas.
Ahí está el caso de Italia, que el lunes tuvo que colocar bonos a tres y doce meses en un ambiente interno terrible, con la primera jornada de movilizaciones contra las reformas emprendidas por el Gobierno Monti y tras la amenaza de la Asociación de Bancos Italianos de demandar a la Autoridad Bancaria Europa (EBA) tras publicar el viernes de la semana pasada las necesidades de capital del sector financiero transalpino.
La cita se saldó con otra decepción. El país colocó 7.000 millones de euros pagando sólo un 2% menos que en la subasta anterior. Demasiadas alforjas para tan poco viaje, debieron pensar los inversores, que tardaron sólo un minuto en empezar a vender deuda italiana y española. El resultado es que la prima de riesgo española se situó diez sesiones después por encima de los 400 puntos básicos. Luego vino la intervención del Banco Central Europeo (BCE) y el alivio ya veremos hasta cuándo.
Gracias a las ayudas, a España le fue mejor que a Italia ayer en la subasta de letras a 12 y 18 meses, por las que pagó un 22% menos. Pero conviene no cantar victoria, porque queda mucha tela que cortar y los mercados, como demostraron ayer en cuanto Alemania volvió a filtrar que no apoyará la ampliación del fondo de rescate, se vienen abajo con un soplido.
Mañana jueves toca levantar hasta 4.250 millones de euros en deuda a tres distintos plazos. Es la última subasta del Tesoro con un Ejecutivo provisional y junto a la del próximo 20 de diciembre, las últimas citas del año con los inversores. Serán la gran vara para medir el auténtico impacto del cambio de Gobierno, después de que Mariano Rajoy haya dejado muy claro que su compromiso para cumplir con los duros requisitos que impone Europa es irrevocable.
Quienes están felices son los inversores. El Tesoro pagó ayer algo más de un 4% para vender las letras del Tesoro. La remuneración puede parecer pequeña en comparación con los niveles superiores al 5% de hace apenas unos días, cuando la presión en los mercados de deuda era insoportable. Pero cualquiera que haga cuentas llegará a la conclusión de que las Letras siguen superando a la mayoría de los depósitos y pagarés bancarios. A río revuelto.
Lo que queda de semana va a ser de altos vuelos en toda Europa. Además de las citas españolas, Italia vuelve a saltar al ruedo hoy para colocar 3.000 millones en títulos a dos años. Es el turno también de la todopoderosa Alemania, que venderá otros 5.000 millones en títulos a dos años. Pero esta es otra historia, otro mundo mucho menos rentable pero infinitamente más seguro.
Así están las cosas en el tramo final de un ejercicio que promete muchas emociones fuertes. Para empezar, los mercados ya han puesto en cuarentena el resultado de la cumbre de la semana pasada. Los inversores han dejado claro que las medidas son insuficientes y que no van a dejar a los políticos europeos pasar unas Navidades tranquilas. El caso es que la próxima cumbre volverá a ser decisiva, como todas las anteriores que no resolvieron nada o casi nada.