El cara a cara entre Mariano Rajoy y Alfredo Pérez Rubalcaba ha dejado un saldo sencillamente desolador. Y en materia económica, absolutamente desalentador. Ha escenificado las miserias de un presidente del gobierno atado de pies y manos por las imposiciones de Bruselas y las de un jefe de la oposición inhabilitado por un pasado devastador en el poder para ofrecer alternativas reales para salir de una crisis económica espantosa.
Ha sido un enfrentamiento con las cartas marcadas. Rajoy, que consiguió dejar en segundo plato el ‘asunto Bárcenas’ con una oleada de datos económicos que pretendían demostrar que lo peor ha pasado, ha ganado a los puntos. El hombre que cogió a España en situación límite, abocada a un rescate que en aquel momento parecía seguro, capitalizó hábilmente la vuelta a una normalidad sólo relativa pero para él suficiente. Al menos de momento.
Cuando la metástasis se extiende, está justificado aplicar la cirugía más agresiva. Y eso ha hecho Rajoy y su Gobierno. En frente comparecía un Rubalcaba lastrado por los muy recientes errores de bulto del último gobierno socialista, sin fuerza moral para convencer a los españoles y ni siguiera a una parte nada despreciable de sus propios compañeros de formación política. Con todas las cartas en la mano, Rajoy ha ganado el debate a los puntos, después de un examen en el que los dos candidatos han llegado –siendo muy generosos- al cinco raspado.
¿Por qué? Los españoles que en un acto de masoquismo ciudadano sin precedentes se ‘tragaron’ ayer los discursos se habrán quedado con cara de tontos. Han oído que la prioridad es solventar el problema del paro, que hay que solucionar los problemas de liquidez de las pymes, y que habrá medidas de apoyo a los emprendedores. Pero no habrán escuchado ni una sola palabra sobre qué modelo económico nos sacará del agujero. ¿Se va a reindustrializar este país agonizante? ¿Qué pasa con el I+D+I? ¿Hay otros modelos alternativos?
Si acaso, el presidente dio una pequeña pista. Rajoy se limitó a asegurar que la reestructuración del sector financiero permitirá la estabilización del mercado inmobiliario. Mejor debiera haber utilizado el término resurrección del negocio del ladrillo, en estos momentos muerto y bien enterrado. ¿Quiere esto decir que el Gobierno espera que será el mismo sector que nos metió en la tumba el que nos rescatará del coma profundo?
Si es así y proyectos como el de Eurovegas son lo mejor que podemos ofrecer a la ciudadanía, mal vamos. Los vagos comentarios sobre investigación y desarrollo no encubren la falta de ideas de los dos partidos mayoritarios, incapaces de contar a los ciudadanos la verdad. Eso resta votos y no es políticamente correcto.
No basta con recordar el drama de los seis millones de parados, ni el que se vive cada día en los comedores sociales. Lo que hay que hacer es contar a los españoles cómo vamos a salir de esta.
Un simple análisis superficial del debate celebrado ayer permite ver a las claras que no hay hoja de ruta. La consigna es resistir, no abordar los temas capitales -¿no merecía el cara a cara un debate sobre el necesario y nada apetecible para los partidos adelgazamiento de las estructuras del Estado?- y dar una patada hacia adelante. Es el sino de dos políticos atrapados que ayer dejaron sobre la mesa el mensaje más vacío posible. Rubalcaba tenía todas las de perder, y perdió. Mientras, Rajoy ha obtenido una victoria cogida con alfileres. Un poco de aire fresco, nada más.