Su mirada de historiador da una orientación diferente a su explicación de la economía. Es Philip Coggan, actual Editor para Mercados de Capitales en The Economist, tras haber pasado más de veinte años en el Financial Times. Ha ganado algunos de los más prestigiosos premios de periodismo económico del mundo.
Ha presentado en Madrid, “Promesas de Papel” (Ed. El Hombre del Tres), en el que aclara todo sobre la crisis de la deuda porque al final, la causa última del concepto de deuda es una batalla ideológica, financiera y económica entre acreedores y deudores.
Así se explica la historia financiera reciente, en el que los acreedores son los que imponen las condiciones al sistema para asegurarse que les devuelvan la deuda. Algo, que cíclicamente, se convierte en imposible. Es decir, los prestamistas inventan el sistema para atar mejor a aquellos que han pedido capital. Y cada periodo de tiempo, el sistema se rompe, porque los deudores no pueden pagar. Es por ejemplo, lo que pasó, según el británico, en 1930 o en 1970.
Para Coggan, un 1% del mundo presta al resto. Prestamistas como China o Alemania, frente a deudores como Estados Unidos o España.
Teinteresa ha podido hablar con él en la Fundación Rafael del Pino donde ha pronunciado una conferencia sobre la deuda. Coggan reconoce que en España las cosas van mejorando, el país ha ganado competitividad. Pero también piensa que la salida de la crisis pasa por ser todavía más atractivos el para empresas e inversores, y esperar un mayor estímulo de la economía desde Alemana.
Te Interesa: La batalla entre acreedores y deudores que plantea en su libro, ¿en qué punto se encuentra en la Unión Europea?
Philip Coggan: La idea de fondo del libro es que hay demasiada deuda total. No se trata únicamente de los Estados. También de los individuos, las empresas y los Gobiernos. Cuando llegas a un punto máximo, como sucedió en Islandia, tienes un problema.
En Europa, la salida ha consistido en prestar dinero a los países para que puedan afrontar los mercados, y a cambio, insistir en la austeridad.
Es como cuando un adolescente obtiene su primera tarjeta de crédito y lo gasta todo. Después les dice a mamá y papá que no puede devolver el dinero. Entonces, sus padres dicen, de acuerdo, te prestaremos más dinero, pero a partir de ahora vamos a vigilar tu presupuesto.
TI: ¿Y los países del sur de Europa somos los adolescentes?
Philip Coggan: Sí, son los adolescentes.Ese es el acuerdo que hay. Al principio, han sido acuerdos muy ajustados, pero ahora se han dado cuenta que está causando más problemas que lo que está ayudando.
Por eso, ahora se están facilitando las cosas, se aflojan. A corto plazo, ayuda, pero a largo plazo no es bueno porque la deuda no se rebajará y será volver a empezar.
Como lo que ha pasado en Estados Unidos y España, por ejemplo. Hubo gente que compró casas, pensando que aumentarán de precio. Luego, al caer el mercado y no poder pagar, la deuda se trasladó a los bancos. A su vez, cuando los bancos ya no pudieron devolver el dinero y necesitaron ser rescatados, y esa deuda se desplazó hacia los Estados… Al final, si el Estado no tiene bastante capital, debe acudir a los mercados a pedir préstamos, donde le pedirán un interés alto.
TI: Cree que en la batalla, ahora, ¿está cambiando seriamente el discurso de la austeridad contra el crecimiento?, ¿habrá un giro?
Philip Coggan: Sí, en la práctica está cambiando, pero Alemania se enfrenta a unas elecciones. Hay que verlo desde su punto de vista. Es fácil culpar a los alemanes, pero es como si yo te digo ahora que me tienes que prestar 10.000 euros, me dirías que no.
En la práctica Alemania, ha relajado las reglas, al igual que el BCE. Por eso, los intereses que paga España por pedir dinero prestado ha bajado. Y eso no habría pasado si se hubiera dejado únicamente en manos de los mercados.
Ahora, el problema de Europa es conseguir crecer lo suficientemente rápido como para poder pagar su deuda. Por eso hay que poner toda la energía en hacer la economía más competitiva, si no se consigue, claramente, no se podrá pagar la deuda.
Ese es el debate de Europa, cómo ser más competitiva, y por eso, están ahora las reformas en curso.
Habría que conseguirlo para toda Europa porque Alemania no puede asumir el peso en solitario para siempre.
TI: ¿Cómo conseguirá España, por ejemplo, el crecimiento y el empleo?
Philip Coggan: Desde luego no será de la construcción, ni del empleo público. Ahora mismo, la gran dificultad es la resistencia de la gente a las reformas. Pero hay que tener en cuenta que con el paso del tiempo la economía cambia enormemente.
Por ejemplo, al principio del siglo XX, como en la serie Downton Abbey, una de cada tres mujeres trabajaba como sirvienta. Ahora prácticamente eso ha desaparecido. En esa época, si hubiera existido un sindicato de sirvientes, habrían protestado, argumentando que los puestos debían ser mantenidos , que no se podían eliminar. Pero lo cierto, es que desde el servicio, se movieron a las fábricas.
Al final, en cada época que se crean tipos de trabajo que nunca imaginamos que existirían. Cuando yo tenía su edad, no existían los teléfonos móviles. No había entrenadores personales, ni siquiera fisioterapeutas, creo.
La gente debe moverse hacia nuevos trabajos. España debe buscar nuevas alternativas para crear empleo, y esos empleos ya no vendrán de la construcción.
TI: Con todo, ¿podrían mejorar las cosas para las familias, y los ciudadanos en general? Eso es lo que se promete desde los gobiernos, pero a menudo, la mejora es únicamente macroeconómica.
Philip Coggan: Es verdad que lo que ha hecho el Banco Central ha sido aplacar a los mercados. Y los individuos, tampoco importan mucho para los mercados. Es un peligro.
Pero las cosas han estado tan mal en España, que es muy posible que puedan mejorar. Ha habido una considerable bajada de ingresos y un 27% de paro. Es difícil que las cosas se pongan mucho peor.
La buena noticia desde España es que la presión del mercado se ha ido y el país ha ganado competitividad. Empresas e inversores de Alemania, y Francia podrían querer volver. Países como Estonia o Irlanda tuvieron un descenso terrible y han remontado.
Ahora, la cuestión es que España acoja bien los negocios, sea atractiva para los inversores y se creen trabajos. Los españoles tienen tanto talento o capacidad de trabajo como cualquiera. No existe ningún motivo por el que España no se pueda beneficiar del atractivo, al igual que otros países
El reto para España es cómo ser atractiva, quizás que los nuevos contratos no se hagan bajo las mismas reglas que los antiguos. Incluso si las compañías no pagan impuestos de sociedades, están pagando a sus trabajadores, y ese será un maravilloso multiplicador porque los empleados pagan impuestos, al Estado; y éste a su vez puede crear más empleos.
TI: – De momento España ha apostado por las exportaciones, pero la competencia es dura…
Philip Coggan: Sí es difícil, lo es para todos. Alemania debería hacer más para estimular su economía. Aceptar tener un poco más de déficit y de inflación. Alemania tiene una inflación más alta que la media europea, cerca de un 2%. Si Alemania tiene una inflación del 5% y España, del 2%, estaría todavía ganando competitividad, y así sería más fácil que devolviera su deuda.
TI: Se desprende cierto optimismo de lo que dice…
Philip Coggan: No, no creo que yo sea optimista. Hay dos problemas, que la gente se resiste al cambio, y el envejecimiento de la población por lo que supondrá pagar las pensiones.
La gente no quiere el cambio. Cuando empezó la crisis, los gobiernos perdieron el poder (Zapatero, Gordon Brown, Sarkozy), y vino la oposición. Pero la oposición está haciendo exactamente lo mismo. La gente se cansa del dolor de devolver la deuda, y surgen movimientos extremos, en Grecia, Italia, el Reino Unido.
Y sin embargo, la solución última para Europa es hacer un único y gran país. Con un solo gobierno, unos impuestos, una política, un presupuesto…
TI: Pero eso, de momento suena bastante a utopía… ¿Cree que habrá países que saldrán del euro?
Philip Coggan: El coste de abandonar el euro es demasiado grande y los países todavía no se han dado cuenta. Inmediatamente perderían el acceso a préstamos, podrían incurrir en suspensión de pagos.
Por ejemplo, para España, al volver a la peseta, la moneda valdría un 20% menos que el euro. España seguiría teniendo un problema de deuda pero aumentado al 20%, y los intereses que debería pagar España por pedir dinero prestado serían todavía más altos.
No sería nada fácil. Pero hay que admitir que si las cosas se ponen todavía más difíciles, a los votantes puede que no les importe si es estúpido dejar o no el euro. Si tienen hambre y quieren a alguien a quien culpar. Así es la historia: culpar a Europa, culpar a América… o culpar a los judíos. Incluso si no tienen nada que ver.
TI: ¿Hasta qué punto puede ser, entonces, un peligro para la democracia, la crisis?
Philip Coggan: Es muy peligroso, de eso trata mi próximo libro. La gente está insatisfecha con los políticos, piensan que están corruptos. No votan tanto como solían hacerlo, ni por los partidos principales. Y por otra parte, no obtienen tanta participación como solían.
No obtienen lo que quiere porque las decisiones ya no son únicamente, de Madrid, por ejemplo, sino que se debe negociar con Bruselas. La gente se frustra mucho con eso, y no puede cambiar nada con su voto, porque el gobierno no es el que decide.
Por eso empieza a tender hacia partidos extremistas, o más locales, como vemos en Cataluña o Escocia. Eso, es parte del peligro.
TI: ¿Y cree que las cosas se podrían poner peor?
Philip Coggan: Sí, las cosas se pusieron peor en 1930. No en todos los países, pero las cosas se pueden poner peor. Hay países donde los partidos extremistas ganan peso. En Europa, en 1928, Hitler obtuvo un 3% de votos. En 1930, tuvo el 17% de los votos, que es lo mismo, o menos de lo que están obteniendo algunos partidos europeos. En 1932, obtuvo el 37% de los votos.