La segunda economía de Europa vive momentos difíciles. El producto interior bruto (PIB) de Francia permaneció estacancado en el segundo trimestre de 2014. Se repitió la historia del primero, lo que confirma al país galo como una de las grandes rémoras para la economía europea. A la par que se hacía pública la parálisis de la economía francesa, el Gobierno anunciaba que en este escenario de debilidad el déficit superará el 4% al cierre de este año.
El retroceso de las inversiones de las empresas (un 0,8% respecto al primer trimestre) y el pinchazo del comercio exterior, que se llevó 0,1 puntos porcentuales del PIB del segundo trimestre, están detrás del nuevo pinchazo, que tal y como adelantan los últimos datos del sector privado podría repetirse en el tercer trimestre del ejercicio.
El aumento del consumo de los hogares y del gasto público -del 0,5% en ambos casos- no ha sido suficiente para reactivar una economía cargada de poblemas que impedirán que se cumplan los objetivos previstos cuando empezó 2014. En una tribuna publicada en el diario Le Monde, el ministro de Finanzas, Michel Sapin, dijo que el Gobierno galo espera este año un crecimiento económico de en torno al 0,5%. El objetivo inicial era del del 1%.
Para 2015, el ministro afirma que no espera una cifra «muy superior a 1%». El estancamiento de la actividad económica, unido a una baja inflación (-0.3% en julio respecto a junio) se traducirá en un déficit público «superior al 4% del PIB en 2014», indicó Sapin. La previsión hasta ahora era de un déficit del 3,8%. Por lo tanto, el objetivo de cumplir del tope del 3% fijado por Europa para 2015 es cada vez más difícil.
En esta situación, Francia pide a Europa «adaptar el ritmo de la reducción del déficit público a la situación económica actual». París tiene que afrontar el grueso de su programa de recortes de 50.000 millones de euros y tiene que profundizar en sus reformas en un contexto de debilidad en todo el Continente.
En el segundo trimestre, a la debilidad de la economía francesa se unió la de la alemana -con una contracción del 0,2%- y la de la italiana, ya en recesión técnica. Por su parte, España crece un 0,6% y se sitúa al frente del crecimiento en la zona euro.