El Partido Liberal Alemán (FDP) ha logrado neutralizar a su ala euroescéptica, que ha visto fracasar la consulta interna por el «no» al Mecanismo Europeo de Estabilización (MEDE), y ha evitado así una crisis de consecuencias imprevisibles en su coalición de Gobierno con la canciller federal, Angela Merkel.
La consulta impulsada por los euroescépticos no alcanzó el quórum prescrito -necesitaba la participación mínima de 21.500 afiliados, del total de 64.500, y votaron 20.364- y, además, el escrutinio se saldó con un 54,4 % a favor de la línea de la presidencia, defensora del fondo, frente al 44,2 %, que pedía su rechazo.
El presidente del FDP, Philipp Rösler, compareció hoy para comunicar el resultado, apenas dos días después de ver cómo su secretario general, Christian Lindner, dimitía entre rumores de disenso entre ambos y también de irregularidades en la consulta.
«Es un buen resultado, que demuestra que el partido sigue siendo firmemente europeísta», dijo antes de encerrarse, con rostro sombrío, en la reunión con la cúpula del partido.
El 10,2 % de diferencia de la propuesta de la presidencia frente a los euroescépticos desarticuló lo que hubiera sido una bomba en la coalición de Merkel, que tras exigir disciplina a sus socios de la UE no podía permitirse un disenso así de su aliado de gobierno.
Sin embargo, el 44,2 % de contrarios al MEDE -el mecanismo que sucederá al Fondo Europeo de Estabilización Europea (FEEF)- es un porcentaje demasiado alto como para ser ignorado.
Detrás de ese rechazo había mucho de voto de castigo a Rösler, vicecanciller y ministro de Economía, además de líder del FDP.
Probablemente la consulta habría quedado mucho más por debajo del quórum, de no ser que el propio Rösler «animó» a participar en ella, al darla prematuramente por fracasada sin esperar a sus resultados.
Las presuntas irregularidades en la consulta -no del todo dirimidas- y el desliz de Rösler -que hoy pidió disculpas- hicieron arreciar las críticas al presidente, apenas nueve meses después de relevar en el puesto al ministro de Exteriores, Guido Westerwelle.
La consulta sobre el MEDE tenía perfiles de pulso entre la cúpula del partido y los euroescépticos. Se consideraba improbable que lograran el quórum y menos aún que prosperara su moción, puesto que hubiera sido la sentencia de muerte de la coalición y del partido.
«La situación del FDP es seria», admitía en «Die Welt» hoy la vicepresidenta del partido Birgit Homburger, después de que días antes el exministro de Interior Gerhard Baum hubiera afirmado que el partido estaba «en peligro de muerte».
Dos horas largas después de dar a conocer el escrutinio, Rösler compareció de nuevo acompañado del impulsor de la encuesta, Frank Schäffler, hablando de «mirar adelante» y dando por bueno un resultado que, dijo, muestra el vigor democrático de la formación.
El FDP está en crisis permanente desde que se convirtió en socio de Merkel con su mejor resultado en unas generales, un 14,9 %.
Ya en las negociaciones de coalición empezó a resquebrajarse su imagen por sus persistentes disensos frente a la canciller.
De socio «natural» pasó a aliado incómodo y de ahí a una caída de popularidad continua, que la retirada del liderazgo de Westerwelle, a principios de año, no ha paliado.
Rösler, como Lindner, representan a la generación de renovadores, que llegaron a la cúpula aupados por Westerwelle.
La situación ha puesto especialmente nerviosa a la generación anterior, que ven en peligro la supervivencia de un partido que ha formado parte de 17 de los 22 Gobiernos federales del país desde la II Guerra Mundial.
Los sondeos colocan a la formación en porcentajes propios de una formación marginal -un 3 %-, caso de celebrarse ahora elecciones generales, y esos son los niveles a que quedó relegado en varias de las elecciones regionales celebradas este año.
La formación tuvo a ministros que marcaron el rumbo de la política alemana -como Walter Scheel o Hans Dietrich Genscher-, mientras que Westerwelle es el ministro de Exteriores más impopular de la historia de la República Federal de Alemania (RFA).
En medio de este panorama, su nuevo secretario general, Patrick Döring, dio ya las primeras malas noticias apenas designado.
En un accidente de tráfico menor -rompió el retrovisor de un automóvil en un aparcamiento-, Döring se dio a la fuga, lo que ha desatado titulares de prensa que especulan con una posible pérdida de su inmunidad.