No eran pocos los analistas que habían mostrado en estos últimos días sus esperanzas de que el Banco Central Europeo (BCE) tocara este jueves un cuarto de punto los tipos de interés para ayudar a la muy tocada economia de la zona euro. Pero como esperaban la mayoría de los expertos, Mario Draghi ha dejado las cosas como estaban. Como tampoco ha dado una pista medianamente clara sobre si habrá rebaja en un futuro próximo ni ha concretado medidas para facilitar el acceso de las empresas al crédito, los mercados han respondido con decepción.
Nada nuevo bajo el sol. Ya son habituales los silencios del BCE cuando de expectativas se trata. Pero tras el fiasco de Chipre, el mercado esperaba más, máxime cuando el propio Draghi reconoce que la economía de la zona ha caído en el cuarto trimestre del año pasado y que la debilidad se expande como una mancha de aceite y está ampliándose en los países que no tenían problemas.
Como no podía ser de otra manera, ha dicho también Draghi que el BCE está valorando todos los datos, en un escenario en el que hay «riesgos bajistas» en el camino hacia la recuperación esperada en el segundo semestre. Algunos han querido ver en estas palabras un síntoma de que los tipos pueden bajar muy pronto desde el 0,75% actual. Sin embargo, estas palabras no parecen suficientes como para hacer una interpretación mínimamente creíble todavía.
No ha jugado Draghi al ratón y al gato cuando ha opinado sobre la actuación de los ministros de Finanzas europeos y al presidente del Eurogrupo, Jeroen Dijsselbloem, en el rescate de Chipre. Ha asegurado que «no fue inteligente» -inicialmente incluía un impuesto a los depósitos de menos de 100.000 euros- en un rapapolvo de lo más consecuente: el BCE nunca fue partidario de esa medida.
Mientras Draghi deja los mercados europeos en esa zona gris de la que tanto les está costando salir desde el rescate de la isla, horas antes, en Japón, su banco central anunciaba que pondrá toda la carne en el asador para sacar de la postración a la economía nipona, inmersa desde hace más de un decenio en un proceso de lucha contra la deflación que hasta ahora se ha demostrado infructuoso.
Las medidas ya fueron anunciadas el pasado mes de enero, pero su concreción ha superado las previsiones de los expertos. En este caso sí, han provocado una contundente reacción al alza de la bolsa japonesa. Se trata, como ya es una constante por parte de la Reserva Federal estadounidenses, de poner a trabajar la máquina de hacer dinero.
El objetivo es ampliar la base monetaria ampliando el dinero en circulación, para abaratar su coste y facilitar que se dispare el crédito entre particualares y empresas. Distintos modelos para encarar la crisis. Aunque lo que importa es el impacto de las monetarias a medio y largo plazo, el europeo no nos saca de momento de la postración.