Los datos del IPC que los medios se apresuran a difundir, al menos una vez al mes, representan para el común de los ciudadanos, cuánto ha subido el precio por llenar el depósito, por comprar los zapatos de los niños o las medicinas de su madre… »cómo está la vida» en porcentajes.
Una información que refleja, que si usted se encuentra hoy en el centro de Madrid y le apetece comer una Big Mac, tendrá que pagar 3,55 euros. Ese precio se coloca frente a los 3,30 euros, que debería desembolsar por una Big Mac, si pasa por la ‘Place de la Republique’ de París.
Si además, cobra el salario mínimo interprofesional, la diferencia es sustancial. Si trabaja en España, para poder comprar su Big Mac, dispondrá de 641,40 euros mensuales por una jornada laboral de 40 horas. Si en cambio, cobra en Francia, la Big Mac será uno ‘lujo’ más asequible, gracias su salario mensual de 1.365 euros (y por una jornada laboral de 35 horas).
Emulando el famoso ‘indicador Big Mac’ que todos los años publica el semanario The Economist, son datos objetivos que traducen que, a pesar de nuestro ‘parón’ económico, el Índice de Precios al Consumo Español sigue siendo alto.
La realidad es que el IPC de noviembre, posiciona a España, en cuanto a inflación, por encima de países como Francia ó Alemania. Mientras que el IPC interanual español se encuentra en el 2,9%, el IPC interanual francés es de 2,5%.
Y otro dato: en octubre, según Eurostat, el IPC armonizado español fue de 117.46 puntos, frente a los 111.85 de Francia o los 111.7 de Alemania. Por cierto, la Big Mac en Berlín, cuesta 3,69 euros. En un país económicamente mucho más ‘holgado’ que España con un desempleo del 6% y un déficit del 0,6%, el precio no es sustancial.
Volviendo al IPC español, las décimas que nos distancian de otro países de Europa, no son una novedad. Según declaraciones a Te Interesa del Catedrático de economía, José Barea, es »un problema tradicional en España».
Según Barea, la inflación española siempre ha ido unas décimas por delante de nuestros vecinos europeos, ‘nuestros costes de producción son más elevados, y sin embargo hay menos productividad. La diferencia se debe al desfase entre salarios y competitividad’.
Así podría traducirlo un niño: la Big Mac española es más cara que la francesa porque la productividad del que cobra 600 euros es proporcionalmente inferior al que cobra 1.300 euros en Francia. Por no hablar de la Big Mac alemana.
Esa falta de competitividad, y los precios en alza, pueden ser según Barea, negativos para nuestra recuperación económica. La tasa de inflación ‘influye en nuestra menor posibilidad de exportar’, según Barea.
Precisamente, las empresas españolas parecen tener cada vez más claro que en tiempos de crisis, es necesario buscar el negocio en el exterior. Según un informe de Russell Bedford España, las exportaciones e inversiones en el extranjero de las empresas españolas ha aumentaron un 20% en los primeros seis meses de 2011. Y donde más vendemos, es el continente europeo, un 72% de nuestras exportaciones se destinan aún al territorio europeo, según este mismo estudio.
Pese a todo, la Cámara de Comercio considera que los datos del IPC publicados este miércoles son buenos para España. Un buen dato, teniendo en cuenta que al bajar el IPC armonizado al 2,9%, se sitúa por primera vez ‘desde hace catorce meses por debajo de la media de la zona euro cuyo diferencial alcanza el 3%’.
Una opinión que comparte la patronal. La CEOE, da una vuelta de tuerca a la información y aprovecha para llamar a la moderación salarial, asegura que, es tiempo de impulsar el crecimiento a través el sector exterior, y esto sólo puede hacerse según la patronal, ‘mejorando la competitividad, rigiendo los salarios en base a la evolución de la productividad’.
Un análisis, en cuanto a los salarios, que no comparten los sindicatos. Su lectura es opuesta porque no contempla la productividad sino la ‘pérdida de poder adquisitivo’, según UGT, en una ‘economía’ estancada. En Castilla la Mancha, Comisiones Obreras ha atribuido la subida ‘sólo y únicamente a las empresas’.
Esta interpretación, sobre la pérdida de poder adquisitivo va de la mano de otro dato, también publicado el martes por la Red de Estadística Europea, Eurostat. Según su último estudio, España retrocede de forma galopante en cuanto a poder adquisitivo.
Desde un punto de vista, el del empresario; u otro, el del sindicato, lo cierto es que el IPC preocupa y es de nuevo, otro de los vértices sobre los que se asienta el debate social.
Las empresas españolas necesitarán cada vez más utilizar las exportaciones como ‘salvavidas’ contra la crisis; y ante la amenaza de la recesión, cualquier pequeña subida del IPC, también, será una mala noticia para los ciudadanos, que no entienden de competitividad pero sí de hacer la compra y preguntarse porque ellos pagan más pero siguen cobrándo menos.