«Los saltadores que pasan a la semifinal son 18, y a la final son 12. Entrar en ella y ganar una plaza para las Olimpiadas sería un sueño, pero es bastante complicado», reconoció Héctor, el pequeño de los hermanos García-Boissier, en una entrevista concedida por ambos a Europa Press antes de la cita, que se disputa del 24 de julio al 9 de agosto.
Alcanzar la cita del próximo verano en Río de Janeiro sería también «lo máximo» para su hermano mayor, Nico, que sitúa el objetivo para Kazán en «pasarlo bien y coger experiencia» de cara a futuras competiciones como esos Juegos Olímpicos, para los que tiene «esperanzas» de estar presente.
«Siempre tienes el gusanillo ese en la barriga de querer hacerlo bien y no meter la pata, pero vamos tranquilos y sin ninguna presión», afirmó Nico, a la vez que señala que lo básico es aprender en Kazán de cara a un 2016 «muy importante, con la Copa del Mundo en febrero», también en Río de Janeiro y con una plaza olímpica en juego.
En cambio, señala que ambos son «todavía muy jóvenes» en la élite del trampolín, ya que «faltan un par de años aún para estar a ese nivel» y en estas competiciones aún se trata de «acostumbrarse a estar con el resto de saltadores y poco a poco estar ahí luchando».
«Tenemos una cierta experiencia con este tipo de campeonatos que es importante, pero necesitamos aún más. Necesitamos ir soltándonos más para estar con los más grandes», apostilló Héctor, que con 18 años es «el »enano»» de la competición en palabras de su hermano.
En ese sentido, apuntó que con la mayoría de edad acaba de «entrar en la categoría absoluta, pasando a competir con gente que tiene seis años más en un campeonato internacional donde eres el más pequeño y mucho tiempo menos de entrenamiento que ellos».
«Los primeros años son complicados porque te encuentras a otros saltadores que son unos »monstruos». Poco a poco vas creciendo, coges años y experiencia e incluso estás más fuerte físicamente. Así se va llegando al nivel que tienen ellos ahora mismo», explicó Nico García-Boissier, mientras que Héctor confiesa que siempre «impresiona» estar en este tipo de citas.
El mayor de los García-Boissier también describió que, con el paso a la élite de su disciplina, se realizan intentos «con mayor dificultad» porque «un Mundial es cada dos años, y tienes que llevar todo el arsenal». «Aunque si intentas un salto demasiado complicado y no lo controlas puede salir mal», aclaró.
Sobre este aspecto, ambos destacan de la importancia del aspecto mental en su prueba, ya que, según Nico, «hay gente que técnicamente no es muy buena saltando, pero tiene un »coco» brutal y compite de forma tremenda» en el salto de trampolín.
«Lo que solemos hacer es la visualización del salto perfecto. Si tienes la idea clara, el salto va paso a paso y sale casi solo», repasó Héctor, ante lo que Nico indicó que es algo que se consigue «con una especie de burbuja del entorno para que no te afecte nada a la hora de salir para hacer lo que sabes».
«(A nivel absoluto) es otro rollo. Puedes ir también con un salto de confianza, pero si no te encuentras cómodo en el trampolín es muy difícil», sentenció, mientras que su hermano, que se enfrentará de forma inesperada también al salto individual, subrayó que se trata de «lograr un equilibrio entre seguridad y dificultad».
Ante la lesión de espalda de Javier Illana, el nombre más destacado de esta disciplina en España, Héctor ocupará su plaza. «Yo solo iba a saltar el sincronizado, pero por su lesión también haré el individual. Solo compiten dos por país, por lo que solo tenía ese en mente, pero ahora que tengo la oportunidad voy a ir a tope también», aseguró.
Sin embargo, el salto sincronizado es la mejor baza de ambos en Rusia, por lo que «entrar en la final sería una pasada» en palabras de Nico, ya que ello conlleva una plaza en los Juegos Olímpicos, todo «un sueño» y «el objetivo principal» de Héctor en su carrera deportiva.