El primer día que un equipo exigió de verdad a la defensa del Barcelona, las carencias volvieron a salir a la luz. Parecía que Luis Enrique había corregido los errores de pasadas temporadas, pero los centrales que Zubizarreta quería (y no fichó) estuvieron mucho más acertados. Ibrahimovic no jugó por lesión y el entrenador alineaó a Mascherano en vez de a Piqué, el elegido si jugaba el sueco para igualar su altura.
Con el argentino y Mathieu, Luis Enrique buscaba velocidad en sus centrales para las contras que previsiblemente iba a lanzar el PSG. La noche comenzó de forma aciaga, con un gol a balón parado. David Luiz impuso su fortaleza física sobre Mascherano para controlar, girarse en el área y batir a Ter Stegen. El primer gol en contra para el Barcelona en toda la temporada se lo marcó un central que sonó para vestir de azulgrana. Casualidades.
No fue el único fallo de la noche. Minutos después, otro gol a balón parado. Centro que vuela al segundo palo desde el banderín del córner, Ter Stegen falla con estrépito y nadie sigue a Verrati, que solo tiene que poner la cabeza para hacer el segundo.
Otra de las claves que influyen en la debilidad defensiva del Barça es que Busquets no arranca. El centrocampista que nos acostumbró a sus robos y a tocar fácil para los compañeros, no termina de recuperarse de sus problemas de pubalgia. Ante el PSG perdió varios balones sencillos, aunque no fue el único, lo que aprovecharon los rápidos atacantes parisinos para medirse en velocidad con los centrales del Barça.
Ni el acierto ofensivo evitó la derrota. No fue el partido en el que los hombres de ataque estuvieron más atascados. Messi marcó en una buena jugada con Iniesta, Neymar la pidió siempre que pudo y Munir chutó al palo. No tuvieron más ocasiones claras de gol, pero protagonizaron 22 llegadas por las 19 del PSG. A pesar de eso, la sensación es que los parisinos crearon mucho más peligro. Un ejemplo es el tercer gol. Combinación rápida, centro al segundo palo y llegada de Matuidi con un hambre de gol indefendible para una defensa pasiva.
Jordi Alba y Dani Alves estuvieron especialmente desacertados. Ni en ataque ni en defensa y eso que el lateral zurdo pudo empatar. Se asomó en ataque y su remate parecía colarse cuando Marquinos despejó el balón y lo celebró con rabia. Quizás acordándose de que estuvo cerca de fichar por el Barcelona y ahora disfruta en el PSG.
En la portería defendida por Sirigú, todo lo contrario. Achique de espacios ante el ataque azulgrana y compenetración entre Marquinhos y David Luiz. Triunfó el planteamiento del PSG, más agresivo en defensa y en ataque. Jugando con una marcha más pese a la ausencia de su gran estrella. Quizás esto le hizo fortalecerse como bloque e hizo pagar caros los errores defensivos del Barcelona.