Sabíamos que el esfuerzo de concentración y de pelea iba a pasar factura y aquí lo tenemos: la primera parte frente al Besiktas nos chupó la poca sangre que queda y tanto ese segundo tiempo como los dos que hemos vivido en el Calderón, frente al Granada, se han caracterizado por llevar la lengua fuera en la mayoría de las ocasiones.
Victoria que sabe inmejorable pero que no debe esconder los problemas que la “fiebre Simeone” puede acarrear: la falta de fuelle, con plantilla corta y muchos lesionados, amén de los sancionados nos va a obligar a jugar más de un partido con la lengua fuera. Y eso, se paga. No nos lo cobró el Granada porque su batalla está en otros partidos pero ni me gustaron a mí ni le gustaron al Calderón algunos lances poco edificantes de la contienda.
Menos mal que Juanfran pelea hasta la saciedad y que Falcao se ha prohibido quejarse ni de la fatiga ni de los golpes. Ambos hicieron un gol que tiene más de epopeya que de arte dado el minuto en el que lo construyeron para derruir la defensa granadina.
Un paso importante hacia Europa, esforzado y agónico, que debe alertar sobre el esfuerzo y dar confianza a los que aún andan encontrándose en la alineación.