Capaz de convertir en héroe al jugador más inesperado como de hacer pasar por villano al futbolista más amado por la afición. Así son las tandas de penalti. TeInteresa ha hablado con Rafael Ballester, hijo del inventor de las mismas, de mismo nombre que su primogénito, que explica el curioso origen de que los los partidos que finalizan en empate se decidan con el lanzamiento de penas máximas.
Corría el año 1962 y Ballester padre era directivo del Cádiz y un »loco» del mundo del fútbol. Tanto que no paraba de darle vueltas a la cabeza con una idea: cambiar de algún modo algo que para él no era justo, que en ocasiones fuera el azar el que decidiera el ganador de un partido. «A mi padre le encantaba el fútbol, por ello, pese a no ser periodista, escribió algún artículo en el Diario de Cádiz comentando lo injusto que era que el ganador de un encuentro se decidiera con el lanzamiento de una moneda al aire», relata Ballester hijo.
Por ello, consideró que lo más justo para deshacer un empate era una tanda de lanzamientos de penalti. La primera oportunidad que tuvo para poner en práctica su método fue la final del Trofeo Ramón de Carranza de aquel mismo año. «Por entonces el Carranza se jugaba sin normas y ese año por primera vez en la historia del torneo la final acabó con empate entre el Barcelona y el Zaragoza. Como los torneos de verano no se podían alargar con la repetición del partido, mi padre propuso que el ganador se decidiera con cinco lanzamientos de cada equipo desde el punto de penalti», señala Ballester.
Sin embargo, aquella tanda de penas máximas no fue como las actuales: «Al ser la primera vez que se hacía ésto, primero el Zaragoza tiró de manera seguida sus cinco penaltis y luego el Barcelona lanzó los suyos». La idea tuvo tanto éxito que la UEFA implantó el desempate a base de penas máximas en 1971 y la FIFA en 1982. Sin embargo, Ballester nunca tuvo un reconocimiento por parte de estos dos organismos futbolísticos. «Yo lamento que no lo patentara», comenta Ballester entre risas.
Aunque si es que es cierto que la UEFA le enviaba informes, algo que la familia se tomó con humor: «Cuando enviaba la UEFA algún informe le decíamos a mi padre que para qué le mandaban eso si él no sabía inglés». Rafael Ballester padre ya apenas recuerda su contribución al fútbol debido a su avanzada edad y a que sufre una embolia. Sin embargo, su hijo estará orgulloso de su progenitor para toda la vida: «Siempre que veo penaltis me acuerdo de mi padre». «Muy malo no tiene que ser si lleva tantos años decidiéndose el empate con ese método», concluye.