Si el Celta pudo sacar algo en claro del estadio Vicente Calderón fue gracias a la primorosa actuación de su portero, Sergio, que las paró de todos los colores ante los delanteros y centrocampistas del Atlético de Madrid. Sólo le pudieron superar gracias a dos jugadas a balón parado en las que ni Superman en la portería hubiera podido evitar el gol.
El recital de Sergio empezó con un paradón en el mano a mano ante Ansaldi. El portero, vendido, se echó encima del lateral del Atlético, que se había filtrado excelentemente en la defensa. A partir de ahí, no paró de hacer paradas. Hasta en diez ocasiones se impuso a los disparos de los colchoneros.
Una de las de mayor mérito fue una que le sacó a Raúl Jiménez en un disparo a quemarropa desde el punto de penalti dirigido abajo, cerca del palo. Sergio se venció a su izquierda y repelió excelentemente una ocasión que casi se cantaba gol. Otra parada imposible fue la que le hizo a Tiago, que remató de cabeza a dos palmos de la portería tras una falta excelentemente botada por Koke.
Precisamente otra de las paradas para recordar de Sergio fue la que le hizo a Koke ante un centro-chut que a punto estuvo de colarse en el segundo palo. Nada pudo hacer en los goles de Miranda y Godín. Pese a su ‘baja’ estatura (1,79), en el asedio final del Atlético de centros al área se impuso de puños en dos ocasiones para abortar el peligro.