Cristiano Ronaldo. Cristiano Ronaldo. Y Cristiano Ronaldo. El portugués multiplicado por tres fue suficiente para que el Real Madrid saliera ileso del accidente en Wolfsburgo y pueda seguir soñando con su Undécima Champions League. Para los veinte minutos, el siete blanco ya había igualado la contienda gracias a un espléndido remate de cabeza y a un remate de cazagoles, indetectable en el segundo palo. Cuando el fantasma de la prórroga planeaba por Chamartín, un misil salido de su pierna en una falta directa puso en órbita al Madrid, que espera rival en el sorteo del viernes.
El Santiago Bernabéu rememoró una de sus noches mágicas, recuperó el ambiente de las viejas gestas y disfrutó de la remontada de un equipo que se jugaba la temporada en 90 minutos. Remontó a base de fútbol y garra. De actitud de todo un equipo unido. Zidane dio importancia en la víspera al balón, pero a falta de brillantez en tramos del partido hubo que tirar de otros aspectos y de Cristiano. El verdadero líder salió al rescate con un partido para enmarcar.
No salió a encerrarse el Wolfsburgo pero fue atropellado. El Real Madrid salió a morir, mordía en cada balón con una presión alta que convertía en monólogo el duelo. Toques con velocidad, combinaciones verticales, líneas juntas y todos los rechaces a jugadores de blanco. Los goles, con esa actitud, eran cuestión de minutos. No hay remontada posible sin un gol en el primer tercio del partido. Se cumplía el minuto 15 cuando Carvajal, justo el jugador que no jugó en Alemania y se vio a un Danilo superado ante Draxler, puso un centro raso al segundo palo donde sufren los defensas y el portero rival y aparecen los devoradores del gol. Habitaba esa zona de peligro Cristiano que empujó a la red el primero.
Desataba la locura el astro portugués que segundos después encontraba un nuevo centro medido de Carvajal pero su remate lo estrellaba en la defensa. Pasaba tan solo un minuto de abrir la lata cuando inventó un testarazo picado a un saque de esquina de Kroos para firmar su doblete. Era el minuto 17 y el Real Madrid ya había recortado la desventaja de dos goles ante la locura de una afición que lo llevaba en volandas.
Fueron minutos de vendaval blanco. Con un ritmo demoledor se multiplicaba Benzema, que hacía daño en cada acción, con cada movimiento. Aguantar al ritmo inicial era misión imposible. Comenzó a inquietar el Wolfsburgo a balón parado y acabó sacando la versión salvadora de Keylor Navas. La línea defensiva adelantada alemana hizo caer en continuos fueras de juego a los madridistas. Luiz Gustavo chutaba blando primero y un latigazo minutos después ante el que voló el portero costarricense.
Recuperó la fuerza de inicio en el segundo acto el Madrid, con Carvajal enchufadísimo, desequilibrando en cada subida. Sin ocasiones claras, volvió a meter el miedo en el cuerpo a su rival. Se sucedían los saques de esquina. Se mascaba la remontada pero el tremendo esfuerzo comenzaba a pasar factura a los jugadores de arriba. Las ayudas en defensa dejaban de llegar y Pepe se desesperaba a gritos cuando el Wolfsburgo llegaba con velocidad. Vieirinha en carrera chutó fuera cuando pudo castigar a un Real Madrid partido. Dante cabeceaba un centro de una falta lateral a las manos de Keylor.
Era el momento de agarrarse al salvador. El héroe reapareció con fuerza en escena como más le gusta. Una falta que chutó con menos potencia de la habitual, aprovechándose de que se abrió la barrera para marcar ajustado al poste. Cristiano desataba la locura. Temblaba la tribuna del Bernabéu, con toda la afición botando, al fin orgullos de su equipo por la entrega. Había recuperado su identidad. La remontada europea estaba firmada 14 años después, y el Real Madrid saborea su sexta semifinal de Liga de Campeones consecutiva. Con Zidane vuelve a tener licencia para soñar.