La primera jornada de la Liga Santander entre Sporting de Gijón y Athletic Club de Bilbao comenzó con mal pie. El colegiado Clos Gómez tuvo que detener el encuentro cuando los hinchas radicales del Sporting comenzaron a jalear cánticos racistas a la estrella del Athletic, Iñaki Williams. Gómez reflejó en el acta en el apartado 3, dedicado al público, insultos racistas: «En el minuto 22 he detenido el partido durante un minuto debido a que desde uno de los fondos se profirieron sonidos imitando la onomatopeya del mono dirigido al jugador Iñaki Williams Arthur«.
El extremo del Athletic comentó tras el partido que «yo intento evadirme. Que haya gente así es una pena, aunque la hay en todas las partes». Y lleva razón, los casos de racismo en el terreno futbolístico son muchos y muy sonados. Desde que Goyo Benito, jugador del Real Madrid y uno de los defensas más duros de la historia del fútbol español, en los años setenta, en un duelo frente al Sevilla en el que jugaba Biri-Biri (jugador de raza negra), le dijera a uno de sus compañeros que no se contuviera a la hora de entrar a su rival. «Pégale, que como es negro no se le notan los cardenales». Hasta cuando Dani Alves, el defensa del Barcelona fue insultado en el campo del Villarreal, donde un aficionado le lanzó un plátano cuando se disponía a sacar un córner.
Existen cánticos y gestos feos que desde la grada resuenan y van dirigidos, como «negro, basura, tu piel no tiene cura», «vuelve a Colombia», «negro, narcotraficante», fueron algunas de las frases coreadas por el Frente Atlético durante un partido que jugó el Atlético contra el Logroñés y que iban dirigidas al delantero colombiano Adolfo Valencia.
En el fútbol hay público de diferentes edades, sexo, cultura, religión y estado socioeconómico, pero se unen para apoyar a su equipo. Desde 1970, especialmente en Europa, los equipos multiétnicos se han convertido en la norma. Y los incidentes racistas en algo habitual.
Una lucha campo vs grada
La UNESCO y el club de fútbol italiano de la Juventus de Turín han realizado un estudio titulado: «¿Color? ¿Qué color?», publicado hace unos meses, que trata el problema y propone tres soluciones clave:
- Evitar las sanciones colectivas a los seguidores o clubes y sancionar a los responsables de los actos discriminatorios a título individual. El informe propone utilizar las nuevas tecnologías para identificar a los culpables de estos actos e invita a los seguidores a denunciar las situaciones y conductas que se puedan producir en las gradas.
- Tomar en serio el papel fundamental que la educación y la sensibilización tienen en la lucha contra el racismo. Sobre este aspecto, se hace mención a iniciativas locales llevadas a cabo por clubes y organizaciones de la sociedad civil que han resultado útiles y eficaces.
- Por último, también propone desarrollar, en el seno de los clubes profesionales, un concepto sostenible de «gestión de marca ciudadana». Los clubes deben prestar más atención a la responsabilidad social empresarial que acompaña su creciente poder económico. El compromiso con una visión y esfuerzos de más largo plazo en este campo podría ser impulsado por un grupo dentro de los clubes con el apoyo y participación de embajadores y de grupos de aficionados.