Un gol de Sergio Ramos en el 92:48 lo cambio todo para el Real Madrid y Ancelotti. La Copa del Rey ganada ante el Barcelona fue un mérito más que suficiente pero desde la planta noble del Bernabéu se desconfiaba de un equipo que se había dejado llevar en el último tramo de una Liga que ganó el Atlético de Madrid con todo merecimiento. No se entendía que una plantilla de tantos quilates dejara de pelear en una Liga que se había vuelto accesible a base de la inoperancia de los tres de arriba. Pero entraba dentro de la lógica dejar de pensar en el trofeo de casa y sólo ceñirse a la Copa de Europa. Ese trofeo era el ansia de presidente, club, jugadores y una afición hastiada de sufrir una pena máxima en primavera. Era una cuestión psicológica. Dejar de arriesgar en Liga para apostarlo todo a la décima Copa de Europa.
El segundo capitán madridista, que había soñado muchas noches con levantar un título carente en su palmarés, se consagró en Lisboa y dio al Madrid un plus anímico que le ha hecho volar en los primeros meses de competición. Tras la sufrida victoria en Portugal, los jugadores respiraron, Florentino sonrió y Ancelotti suspiró. Nadie sabe que hubiera sido del técnico de moda en el fútbol mundial si el Madrid hubiera perecido en Lisboa. Por ocasiones e insistencia mereció ganar pero la gloría llegó cuando, probablemente, menos lo merecía. Así, por merecimiento propio y por sufrir un chute de autoestima que también ha elevado la ilusión de una afición siempre necesitada de logros, el Madrid, a día de hoy, es el equipo referente del Mundo y se lanzará a la conquista de el en el partido ante San Lorenzo de Almagro.
El fútbol sudamericano nunca fue bueno para los equipos europeos pero el conjunto de Ancelotti tiene argumentos suficientes como para destrozar esta teoría a base efectividad. El entrenador italiano heredó una plantilla sobresaliente al contragolpe y le han puesto unas pequeñas gotas asociativas para crear una mezcla óptima. Se puede decir sin miramientos, el Madrid hoy práctica un fútbol total. Es un híbrido capaz de asociarse con solvencia para atacar defensas en estático y puede correr siempre que le plazca. Para ello están Bale, Cristiano y su lanzadera particular, Karim Benzema.
«Dios está demasiado ocupado como para pensar en San Lorenzo», afirmó Edgarzo Bauza en la previa. Al fin y al cabo, el conjunto de Almagro ha ido consiguiendo milagro tras milagro tras la llegada de Jorge Mario Bergoglio al Vaticano. Primero salvó la categoría, después ganó el apertura y acabó consiguiendo la Copa Libertadores por primera vez en la historia. Esta trayectoria tiene un toque divino pero la defensa de mañana, compuesta por Buffarini, Yepes, Kannemann y Más necesitará algo más que un milagro para frenar las embestidas de un Madrid feliz que buscará su vigesimosegunda victoria consecutiva.
“El Madrid es el equipo de Dios y del Mundo”, agregó el dudoso Sergio Ramos en la previa. No hay constancia de que eso sea cierto. Algo más de veraz es que el Madrid es el equipo más en forma del Mundo y que tiene la oportunidad perfecta para llevar a las vitrinas su primer mundialito. Salvo que Dios vuelva a jugar con San Lorenzo.