El gol es la terapia que necesitaba Cristiano Ronaldo para espantar sus penas, quitarse esa cara de deprimido que se le puso desde la expulsión en Córdoba y recuperar la normalidad. Ahora le queda hasta mejor el escudo de campeón del mundo. El portugués era el enemigo número uno en tierra alemana. El hombre que le quitó el Balón de Oro a Neuer fue silbado por la afición del Schalke con el propósito de desestabilizarle. Había que descentrar al portugués. Lo intentó también Boateng con feas patadas por detrás. En este ambiente hostil fue creciendo hasta cazar un cabezazo que puso por delante al Real Madrid. Lo celebró con rabia, llevándose las manos a sus orejas, desafiante, como es él y le gusta jugar. Dijo algo así como que no escuchaba esos pitos.
Cristiano Ronaldo puso fin a su crisis. Cuántos jugadores quisieran que la sequía le durara tres partidos. Pero en Cristiano Ronaldo nos habíamos quedado con la imagen de una estrella del fútbol con el micrófono en la mano, un gorro de purpurina y cantando reggaeton. Le hacía falta que se le viera cantando un gol. Es lo suyo, pese a que nadie puede filtrar su vida privada. El tanto de la resurrección llegó en el 26’ tras un centro de Carvajal al punto de penalti. Se activaron los muelles del portugués para adelantarse a los centrales y rematar de cabeza. El joven portero del Schalke se quedó a mitad de salida. Marcar en la Champions es la mejor terapia para el ambicioso Cristiano. A partir del tanto fue otro jugador, con más confianza, suelto, incisivo y peligroso. Cuatro minutos después pudo hacer el segundo en un lanzamiento de falta. Se lució Wellenreuther, que a sus 19 años debutaba en Europa.
El Real Madrid no hizo una primera parte brillante, pero recuperó algunas de las tareas colectivas y muy importantes que necesita un equipo para ser más competitivo. Los jugadores trabajaron y se implicaron en la recuperación del balón. Hay que frotarse los ojos, pero Bale y Benzema corrieron a perseguir la pelota. Estaban avisados. El galés iba para atrás y para delante. Pepe le dio más personalidad a la defensa. Siempre contundente al corte, rápido y dominando el juego aéreo.
Ancelotti apostó por Lucas Silva de inicio. Mal mensaje para Illarramendi, al que se le pone muy cuesta arriba triunfar en este equipo. No tiene la confianza del entrenador. El brasileño debutó en el once en la Champions y esto son palabras mayores. Jugó de interior derecha. Dio salida a la pelota y probó su disparo desde larga distancia. Kross lo hizo de mediocentro defensivo. Isco de interior izquierdo. Por delante el tridente, que corrió más que en anteriores partidos. Hubo mucho fútbol control y poco riesgo porque en este tipo de eliminartorias a doble partido un error puede suponer un grave accidente.
El Schalke fue fiel a su plan. Un equipo defensivo, que no dejó espacios y no quiso la pelota. Al Real Madrid le costó encontrar el ritmo y darle velocidad a la pelota. Hasta el gol de Cristiano Ronaldo fue un equipo espeso, previsible y con poca precisión en el desplazamiento del balón. Le costó crear ocasiones en estático y no estaba suelto. En uno de estos ataques posicionales fue Carvajal el que conectó con la cabeza de Cristiano Ronaldo y el partido ya se inclinó para la portería del novato Wellenreuther. El peligro del Schalke en la primera parte fue un disparo de Huntelaar (luego se retiró lesionado) que desvió Casillas.
En la segunda parte, el Real Madrid no cerró el partido en una fase en la que tuvo controlado al Schalke durante más de media hora. Fue conformista y puso en peligro la victoria. El cero a uno era ya un buen botín y lo pudo perder en el 73′. Un disparo de Platte pegó en el larguero y Casillas evitó el empate en el remate de Uchida en el rechace. Se llevó un buen susto y Ancelotti reaccionó quitando a Benzema (jugó con gripe) y entró Chicharito. El cambio coincidió con el segundo tanto. Un golazo de Marcelo, con la pierna derecha, que se coló por la escuadra. Lo mejor de la noche. El partido se cerró con la entrada de Arbeloa por Carvajal e Illarramendi por Isco.