Escuchar hooligans es despertar en la memoria la imagen de la violencia gratuita asociada al fútbol. A los aficionados radicales ingleses se les conoció durante años con este apodo, sinónimo de hordas de agresivos elementos, muchos de ellos borrachos, dispuestos a matar a alguien por llevar la camiseta del equipo rival.
Durante décadas los hooligans sembraron el terror en Reino Unido y en toda Europa, hasta que las autoridades de las islas decidieron tomar cartas en el asunto y cortaron de raíz un problema que se había infiltrado en todas las capas de su sociedad. Y lograron acabar con ellos.
En los años posteriores a la Segunda Guerra Mundial, el total de espectadores cada temporada las cuatro divisiones en Inglaterra eran de alrededor de 40 millones. En la temporada 1985-86, después de años de problemas con el vandalismo e inmediatamente después de las tragedias de City Fire Bradford y la del estadio de Heysel, la asistencia cayó a un mínimo histórico de sólo 16 millones de espectadores en una temporada.
Los estadios de fútbol fueron considerados por el público como lugares no seguros para visitar. Después de Heysel, los clubes ingleses fueron excluidos de las competiciones europeas por un período de cinco años.
El Gobierno tomó medidas e introdujo un sistema de tarjeta de identificación para el 100% de los aficionados que quisieran ver los partidos. Este proceso se decidió tras el desastre del Hillsborough Stadium de abril de 1989 y sobre todo tras el llamado Informe Taylor, que cambió el modo de disfrutar del fútbol en Reino Unido.
Hoy día, en Reino Unido los estadios de fútbol son lugares seguros y acogedores, que ofrecen instalaciones de buena calidad a los aficionados. No hay vallas, ni cercas perimetrales. Todos los estadios de las dos primeras divisiones, y muchos en divisiones inferiores, tiene todas las plazas con asientos. La violencia de los hinchas se ha convertido en algo muy raro. Y la asistencia se está recuperando a las cifras de antaño.
El incendio de Bradford City
En 1985, una investigación del gobierno, tras el horrible incendio en el estadio de Bradford City, que causó la muerte de 54 personas, culminó en el llamado Informe Popplewell. Sus recomendaciones – también apoyadas en la revisión tras la tragedia de Hazel en Bruselas, en la final de la Copa de la UEFA (29 de mayo de 1985)- condujeron a adoptar una serie de medidas en materia de seguridad y la consideración de un plan de acreditación para todos los espectadores de fútbol.
Otro punto de inflexión fue la muerte en 1989 de 95 aficionados del Liverpool en la semifinal de la FA Cup en el estadio de Hillsborough, en Sheffield. A pesar de que ahora se reconoce que fue causado principalmente por fallos y errores de la policía de seguridad, fue considerada inicialmente la última manifestación de violencia en el fútbol.
La consecuente investigación del Gobierno terminó en llamado Informe Taylor. Al igual que el Informe Popplewell citado antes, ponía el acento en recomendaciones que se refieren a la seguridad en los campos de fútbol – sobre todo la introducción de asientos en todos los estadios de los clubes profesionales.
Además sugería enmiendas legales relacionadas a la Football Spectators Act 1989, que en ese momento estaba pasando por el Parlamento, y también la aprobación de la Football Offences Act 1991. Esta última ley tipificó como delito penal entrar en el terreno de juego; lanzar petardos y otros objetos; y proferir cantos racistas.
Las medidas legales contempladas en las dos normas de 1989 y 1991 fueron posteriormente reforzadas por la aprobación de la Football (Offences and Disorder) Act 1999 y la Football (Disorder) Act 2000. Aunque todas estas medidas legales fueron de gran utilidad, hay que señalar que no atacaban las causas, sino sólo los síntomas de la violencia en el fútbol.
Esta normativa del 2000 se trasladó de urgencia al Parlamento en julio, después de los violentos enfrentamientos protagonizados por hooligans en la Euro 2000, en Bélgica. En concreto, un total de 824 aficionados, en su mayoría ingleses, fueron detenidos por las autoridades y 200 hooligans fueron expulsados del país.
Los incidentes de la Eurocopa 2000 se produjeron después de repetidos enfrentamientos entre aficionados turcos e ingleses, a raíz de la muerte de dos hinchas del Leeds United a manos de hinchas del Galatasaray a principios de ese año.
Las imágenes de aficionados ingleses borrachos, gritando consignas racistas y peleando con los hinchas rivales en la Eurocopa, avergonzaron al gobierno británico y a las autoridades del deporte rey. Los incidentes llegaron justo cuando Inglaterra se preparaba para lanzar su candidatura para organizar la Copa del Mundo en 2006.
Aunque ya existía la Ley de espectadores de fútbol 1990 para evitar que ciertos individuos asistieran a los partidos de fútbol, el gobierno de Tony Blair se apresuró a elaborar una legislación de mayor alcance.
Poco antes de la Eurocopa 2000, se logró impedir que 500 aficionados ingleses viajaran al extranjero. Sin embargo, ninguno de los arrestados y expulsados de Bélgica tenía condenas anteriores por lo que nadie podría haberles impedido viajar con la legislación entonces vigente.
Vetados en el fútbol
Así que se tomaron decisiones legislativas directamente enfocadas a terminar con los hooligans. De este modo, la sección 14A de la Football Spectators Act 1989, fue corregida por la Football (Disorder) Act 2000, pasando a exigir al Tribunal que imponga una orden de prohibición de ir al fútbol a toda persona declarada culpable de un delito relacionado con el fútbol, si está convencido de que existen motivos razonables por creer que la orden de prohibición ayudaría a prevenir la violencia o el desorden relacionado con cualquier partidos de fútbol oficial.
En el anexo 1 de la Ley de espectadores de fútbol de 1989 se detalla una lista completa de los delitos pertinentes, y si la Corte no impone una orden de prohibición, debe dar razones de su decisión.
Por otra parte, la Sección 14B de la Ley de espectadores de fútbol 1989 faculta a la policía para pedir a un Juzgado que imponga una orden que prohibía el acceso a los campos a cualquier persona si creen que «existen motivos razonables» para creer que vetarlo en los estadios sería bueno para prevenir la violencia. En resumen, el artículo 14B autoriza vetar en los campos a un individuo aunque no haya sido condenado por ningún delito relacionado con el fútbol o de otro tipo.
Apoyando las solicitudes de orden de prohibición de entrada a los estadios, la policía suele adjuntar antecedentes, a menudo junto con un llamado «perfil hooligan» elaborado por la Football Intelligence Unit (parte del NCIS – National Criminal Intelligence Service). Sin embargo, tener condenas anteriores no es ya un requisito legal, y la policía puede pedir el veto solo con el »perfil hooligan».
De este modo, el último dato oficial con fecha del 20 de septiembre de 2013, es que había 2.451 individuos británicos vetados para acceder a los campos de fútbol.
El partido en comisaría
En los últimos años, la colaboración permanente entre fútbol, el Gobierno y la Policía británica ha dado sus frutos, derivando en una serie de medidas efectivas para convertir a los hooligans en algo del paso.
Actualmente, los siguientes comportamientos son considerados delito:
– Entrar en un estadio en estado de ebriedad o en posesión de alcohol.
– Estar en posesión de alcohol en los trenes y/ o vehículos de camino a un partido de fútbol.
– Lanzar cualquier objeto en o hacia las zonas de paso o de espectadores.
– Entrar en el terreno de juego sin excusa legal.
– Cánticos indecentes racistas.
– Reventa de entradas.
Además, y según la legislación citada más arriba, toda persona declarada culpable por un delito relacionado con el fútbol debe recibir de los Tribunales una orden de prohibición de acceso a los estadios.
Esta orden evita que el delincuente pueda asistir a cualquier partido de fútbol en casa o en el extranjero por un período mínimo de tres años. Y el incumplimiento de esta prohibición es en sí mismo un delito penal.
Por otra parte, el Gobierno de Su Majestad ha establecido la Football Banning Orders Authority, que mantiene un registro de todas personas vetadas y sirve de enlace con las fuerzas policiales para garantizar que esas personas deben acudir a una comisaría físicamente cada vez que Inglaterra juega partidos en el extranjero. Se trata de una legislación muy potente y ha demostrado ser la piedra angular en la campaña para reducir el riesgo de violencia en el fútbol.
Espías en cada equipo
El Gobierno Británico también creó la UK Football Policing Unit que reúne varios organismos especializados, y está especializada en el seguimiento de los desórdenes relacionados con el fútbol y en la recolección de inteligencia para ayudar a prevenirlos.
Las fuerzas policiales de todo el país han desarrollado una gran experiencia en el trato con la violencia asociada al fútbol, y fruto de esta experiencia, la Asociación de Jefes de Policía creó un documento con las mejores prácticas para orientar la actuación policial en los partidos de fútbol.
Agentes de Policía de inteligencia del Fútbol son asignados para seguir a cada equipo de fútbol tanto en sus partidos en el país como fuera en el extranjero. Su tarea es reunir información de inteligencia y detectar a los posibles alborotadores, o cabecillas de grupos violentos o delincuentes vetados en los estadios que puedan aparecer. Cada uno de estos oficiales de inteligencia de Fútbol elabora un informe sobre cada elemento de interés, que está disponible para ser consultado por otros oficiales de inteligencia de fútbol.
El objetivo principal de la operación policial en un partido de fútbol es mantener a los grupos rivales de aficionados separados. Siempre que sea posible, se supervisan los planes de viaje de los seguidores del equipo visitante.
Los convoys de partidarios de los clubes pueden ser recibidos por la policía en un punto de encuentro a la entrada de la ciudad y ser escoltados hasta el estadio. Las zonas de aparcamiento para los coches y autocares de los aficionados visitantes, idealmente se ubican cerca de las entradas del estadio. Esas zonas son supervisadas por la policía antes y después del partido.
Las rutas a pie desde la estación de tren hasta el estadio también pueden ser controladas por la policía y, en caso necesario, los grupos de fans pueden ser escoltados al estadio por la policía.
Vídeovigilancia y mano dura
Por parte de los clubes no se quedaron cortos en asumir responsabilidades ante la amenaza que suponían los Hooligans. El uso de áreas segregadas, manteniendo los grupos de aficionados rivales apartados, ha reducido significativamente los problemas de malos comportamientos dentro de los estadios.
Además, un elemento que todos los expertos destacan es la introducción de cámaras de circuito cerrado de televisión (CCTV) en todos los campos. Esta herramienta ha sido de gran ayuda en la prevención de la violencia, aportando material grabado de los delincuentes que puede ser utilizado como prueba ante un tribunal y, puede dar lugar a la condena y una consecuente orden de prohibición de ir al fútbol.
Desde el Informe Taylor de 1990, en el fútbol se ha buscado una mayor seguridad en los estadios, con un programa de mejora de la construcción acometido de forma general en Reino Unido.
Se han levantado más de 30 nuevos estadios y se han construido más de 200 nuevas gradas. Desde 1994, se ha exigido por ley a cada club de las dos primeras divisiones en Inglaterra, que permite acceder solamente a espectadores con asiento. Esto ha ayudado a mejorar comportamiento del espectador y como hay un asiento identificado para cada espectador también hace que sea más fácil el control, identificación y seguimiento de los espectadores.
Bajo la nueva legislación, cada club de fútbol de Reino Unido tiene un certificado de seguridad del estadio, expedido por la autoridad local. Para lograr dicho certificado de seguridad, se requiere que cada club cumpla unos requisitos muy concretos.
– Un oficial de seguridad designado, responsable de la operación de gestión de la seguridad en el estadio los días de partido;
– Stewards (vigilantes) capacitados según un estándar reconocido a nivel nacional;
– Un sistema de conteo por tornos computerizados, grabando la admisión de cada espectador a través de cada torniquete e inmediatamente registro del mismo en una pantalla- monitor en la sala de control del estadio. A través de este método, el Oficial de Seguridad puede ver en todo momento el número exacto de espectadores en cada área del estadio, y se puede activar una alarma cuando un área alcanza un determinado porcentaje de su capacidad permitida.
– Circuito cerrado de televisión (CCTV) con cámaras que cubren las áreas clave del estadio;
– Una sala de control en el estadio con enlaces de comunicaciones de radio para los supervisores, los Steward y la policía. Además debe contar con monitores de circuito cerrado de televisión, el acceso al sistema de megafonía y un monitor conectado al sistema de conteo computerizado de los tornos de acceso.
Si la administración local no está del todo satisfecha con la eficacia de cualquiera de los elementos anteriores, se puede reducir la capacidad de todo el estadio o dar luz verde solo a áreas específicas del mismo. En Reino Unido ya cuentan con una asociación nacional de Oficiales de Seguridad de fútbol.
Además, todos los clubes están obligados a exigir unas normas comunes, de las que se informa con carteles a la entrada de cada estadio. Los siguientes comportamientos quedan prohibidos:
– El lanzamiento de cualquier objeto
– Entrada no autorizada en el terreno de juego
– Mantener un comportamiento amenazante o usar un lenguaje racista, homófobo o indecente.
– Permanecer de pie en el área de asientos.
– Fumar en cualquier área dentro del estadio.
– Intentar entrar en el estadio borracho, o con alcohol .
– Intentar acceder a la zona del campo reservada a la afición contraria.