La llegada Singapur no era lo que muchos querían. Fernando llegó al nuevo Gran Premio muy enfadado. La gota que colmó el vaso fue el enésimo rumor sobre su marcha, en este caso a Red Bull. La prensa extrajera hablaba de un ‘trueque’ Alonso-Vettel y el piloto asturiano dijo basta “¿Que me voy a dónde?” respondió enfervorecido a sus mecánicos cuando le preguntaron por el asunto.
Por si fuera poco, la situación en Ferrari es de todo menos buena. Al mal rendimiento del F14-T, peor que en los peores augurios del entonces ingeniero jefe Stefano Domenicali, se ha sumado la huida del presidente Luca di Montezemolo, uno de los `principales valedores de Alonso.
El piloto se siente seguro, pues muestra carrera tras carrera que sui no es por él, Ferrari no estaría ni de lejos donde está. Porque ni el coche está donde anda Raikkonen, décimo y hundido en la clasificación con 41 puntos, ni tampoco está donde lo aúpa Fernando, con dos podios. Monza fue la guinda: Alonso rompió y Kimi puntuó por los pelos.
Todas las semanas- o cada dos según el calendario del Gran premio correspondiente- Ferrari anuncia mejores, pero o no funcionan o su influencia en el monoplaza es tan minúscula que no se notan. Normal el enfado de Alonso con su equipo. Hasta la fecha, Alonso había escondido su enfado pro estas filtraciones, incluso bromeaba con ellas, como en verano con una supuesto oferte de 100 millones para el asturiano por tres temporadas más. En el ‘paddock’, el español decía: “¿No será verdad, que lo firmo ahora mismo?».
Después de un año negando la mayor, sofocando rumores y mostrando una fidelidad a prueba de balas, han frotado tanto la lámpara que ha terminado por salir el genio. Porque Alonso es un genio con el volante, pero también tiene mucho genio. Ferrari no aspira a casi nada, quizás a alguna victoria en carrera y este ambiente enrarecido perjudica a todos, principalmente a Alonso, el único que, hoy por hoy, tiene medios para sostener a Ferrari.