Los investigadores Francis O’Neill y Sofia Palazzo, autores del estudio «Los autorretratos de Rembrandt«, publicado en la revista Journal of Optics, han revelado la técnica que consideran que utilizó el afamado pintor holandés para realizar sus más de cincuenta autorretratos. O’Neill y Palazzo defienden la teoría de que Rembrandt (1606-1609) hacía uso de un método similar al que se utilizaba en su época para observar los microorganismos, el cual empleó para todas las pinturas y grabados que hizo de sí mismo.
Un juego de lentes y espejos
Este truco óptico se concretaba en la disposición de una serie de espejos que proyectaban su imagen en la superficie sobre la que el pintor trabajaba. Los investigadores hablan del empleo de cinco combinaciones diferentes para desarrollar sus creaciones. Así, se serviría simplemente de un espejo cóncavo, dispondría de tres formas distintas un espejo plano y uno cóncavo, o combinaría de dos modos dispares un par de espejos planos con una lente.
El estudio publicado en Journal of Optics difunde a su vez cómo los artistas del siglo XVII tenían acceso a los equipos ópticos más modernos del momento, pues era frecuente que pintores y fabricantes de vidrio se relacionaran en los mismos gremios. El científico Anton van Leeuwenhoek (1632-1723), que introdujo importantes mejoras en el diseño del microscopio, era vecino del considerado gran maestro de la luz, el pintor Johannes Vermeer (1632-1675). Y, en lo que respecta a Rembrandt, existe constancia de que poseía un espejo de gran tamaño, además de que uno de sus patrones y admiradores era propietario de un importante juego de lentes. De tal forma, queda expuesto uno de los laboriosos métodos de los que se sirvieron los pintores barrocos para realizar sus obras, siendo el maestro de los claroscuros el más destacado en cuanto a la producción de los autorretratos de su época.