La crisis de los misiles en Cuba fue el más grave enfrentamiento entre las dos superpotencias mundiales en ese momentos, Estados Unidos y la Unión Soviética.
Tras el derrocamiento de la dictadura de Fulgencio Batista y el triunfo de la revolución, Cuba pasó a ser un apreciado blanco para la Unión Soviética, que vio en el país el emplazamiento perfecto para establecer una base de operaciones militares. Esta decisión agravó las relaciones entre las dos superpotencias hasta el punto de haber podido desencadenar una tercera guerra mundial.
Bloqueo económico de la isla
El nuevo regimen cubano había evolucionado muy pronto hacia el comunismo y la órbita política y económica de la Unión Soviética, debido en parte a la hostilidad de Estados Unidos, que en 1961 había decretado el bloqueo económico de la isla.
La Unión Soviética vio un importante punto estratégico en la isla de Cuba, ya que desde ahí podría impulsar nuevas revoluciones en países americanos y además, gracias a su cercanía a la base militar de Florida, suponía una amenaza real para EE.UU. De esta manera, igualaría la amenaza que significaban para ellos los mililes estadounidenses emplazados en Turquía.
Operación de Bahía de Cochinos
La Unión Soviética armó la isla con bases de militares. El frustrado intento de enviarlo por parte de Estados Unidos en la operación de bahía de Cochinos facilitó a la Unión Soviética continuar con su plan estratégico.
La presencia de misiles en Cuba fue negada por la URSS hasta 1962, cuando un avión espía estadounidense fotografió las bases instaladas en Cuba y la CIA informó al presidente Kennedy de su existencia. Kennedy hizo rodear la isla con barcos y aviones de guerra para bloquearla. Días más tarde, un avión espía estadounidense fue derrivado por un proyectil SAM, lo que tensó aún más las relaciones entre las dos potencias.
Trato con Kennedy
Jruschov, el líder soviético, decidió proponer a Kennedy un trato, que consistía en desmantelar las bases de misiles en Cuba a cambio de que Estados Unidos no apoya ni realizara una invasión a la isla y demás tendría que desmantelar las bases de misiles estadounidenses en Turquía.
Este trato fu aceptado por Kennedy con la condición de que no saliese a la luz hasta seis meses después.
La crisis de los misiles produjo una gran psicosis entre la población estadounidense, que pensaba que sería bombardeada con armas atómicas de no llegarse a un rápido acuerdo.