El 13 de julio de 1936, Federico García Lorca abandonaba Madrid huyendo del ambiente cada vez más crispado de la capital. Había desorden y miedo. Federico tomó su último tren hacia su Granada natal. Iba en busca de tranquilidad, quería reunirse con los suyos y compartir su poesía lírica con la familia.
Las traiciones y la vengaza le esperaban en mitad del trayecto. Con temor, Lorca recibió insultos y humillación. Él sabía que sería el próximo. Buscó refugio pero no fue posible salvar su vida. El 16 de agosto, los Golpistas se llevaron a Federico. A partir de ahí, Lorca fue conducido a la sede del Gobierno Civil y su pesadilla acabó dos días después. En la madrugada del 18 al 19 de agosto, el poeta y dramaturgo es fusilado en manos franquistas. Han pasado 80 años de su muerte y todavía su cuerpo no aparece, está enterrado en una fosa común en la ciudad andaluza de Granada.
80 años sin la voz del romancero popular pero 80 años con un gran legado de poemas, canciones, obras teatrales. Lorca en sus escritos vuelca el modernismo siguiendo la estela de Antonio Machado, Rubén Darío y Salvador Rueda. En la segunda etapa, García Lorca aúna el Modernismo con la Vanguardia, partiendo de una base tradicional. En cuanto a su labor teatral, el también dramaturgo emplea rasgos líricos, míticos y simbólicos. En muchas ocasiones, Lorca recurre a la canción popular como al teatro de títeres.
La vida de Federico García Lorca a través de sus versos
Alba
Abril de 1915
(Granada)
«… La gran tumba de la noche
su negro velo levanta
para ocultar con el día
la inmensa cumbre estrellada…»
Oda a Salvador Dalí
«…¡Oh Salvador Dalí, de voz aceitunada!
No elogio tu imperfecto pincel adolescente
ni tu color que ronda la color de tu tiempo,
pero alabo tus ansias de eterno limitado (…)».
Seis caprichos
A Regino Sainz de la Maza
Adivinanza de la guitarra
En la redonda
encrucijada,
seis doncellas
bailan.
Tres de carne
y tres de plata.
Los sueños de ayer las buscan
pero las tiene abrazadas,
un Polifemo de oro.
¡La guitarra! (…)
Alma ausente
«La tristeza que tuvo tu valiente alegría.
Tardará mucho tiempo en nacer, si es que nace,
un andaluz tan claro, tan rico de aventura»
Amor (soneto)
«…¡Ay qué dulce rumor en mi cabeza!
Me tenderé junto a la flor sencilla
donde flota sin alma tu belleza.
Y el agua errante se pondrá amarilla,
mientras corre mi sangre en la maleza
olorosa y mojada de la orilla.
Romancero sonámbulo
A Gloria Giner y Fernando de los Ríos
«Verde que te quiero verde.
Verde viento. Verdes ramas.
El barco sobre la mar
y el caballo en la montaña.
Con la sombra en la cintura
ella sueña en su baranda
verde carne, pelo verde,
con ojos de fría plata.
Verde que te quiero verde.
Bajo la luna gitana,
las cosas la están mirando
y ella no puede mirarlas (…)»
El poeta llega a la Habana
La luna pudo detenerse al fin
«La luna pudo detenerse al fin por la curva blanquísima de los caballos.
Un rayo de luz violenta que se escapaba de la herida
proyectó en el cielo el instante de la circuncisión de un niño muerto.
La sangre bajaba por el monte y los ángeles la buscaban,
pero los cálices eran de viento y al fin llenaba los zapatos (…)».
Llanto por Ignacio Sánchez Mejías
Alma Ausente IV
«No te conoce el toro ni la higuera,
ni caballos ni hormigas de tu casa.
No te conoce el niño ni la tarde
porque te has muerto para siempre (…)»
Casida de llanto
«…Pero el llanto es un perro inmenso,
el llanto es un ángel inmenso,
el llanto es un violín inmenso,
las lágrimas amordazan al viento,
no se oye otra cosa que el llanto»
Canción de cuna
A Mercedes, muerta
«Ya te vemos dormida.
Tu barca es de madera por la orilla.
Blanca princesa de nunca.
¡Duerme por la noche oscura!
Cuerpo de tierra y de nieve.
Duerme por el alba, ¡duerme!
Ya te alejas dormida.
¡Tu barca es bruma, sueño, por la orilla!»
Epitafio a Isaac Albéniz
«Esta piedra que vemos levantada
sobre hierbas de muerte y barro oscuro
guarda lira de sombra, sol maduro,
urna de canto sola y derramada (…)»
«No soy un hombre, ni un poeta, ni una hoja, sino un pulso herido que presiente el más allá»